Isabel Pérez habrá muchas, pero Isabel la Cabrera solo una, la mujer que en 1898 lideró en Plasencia las primeras ayudas a los soldados repatriados de la Guerra de Cuba. Casualmente Isabel la Cabrera escuchó sus gemidos al pasar cerca del tren pidiendo agua y ella, que solo llevaba leche, no dudó en subirse a los vagones para repartirla. Acto seguido, movilizó a sus vecinas de la calle Ancha para llevar también vendas a los heridos hasta que la ciudad tomó ejemplo y organizó la ayuda humanitaria. Un gesto que le valió a Plasencia el título de “La Muy Benéfica”, otorgado por la Reina María Cristina en 1901.
Isabel la Cabrera y sus vecinas de la calle Ancha, todas mujeres humildes, representan el episodio más solidario de la historia de Plasencia. De hecho, desde septiembre de 2018 sus nombres figuran en un monumento que inicialmente se levantó años atrás en homenaje a Isabel la Cabrera como símbolo de un pueblo que corrió a socorrerlos, cuando en otras ciudades para lo que se organizaron fue para evitar que pararan los trenes repletos de soldados enfermos y derrotados en la Guerra de Cuba por miedo a las epidemias. La escultura se halla en el ábside de la antigua iglesia de Santa Ana, en pleno centro de Plasencia.
Homenajes a Isabel la Cabrera ha habido muchos, pero el próximo 12 de octubre será muy especial porque reunirá en Plasencia a un centenar de sus descendientes llegados de distintos rincones de la geografía española. Seis generaciones, ni más ni menos, que contribuirán a mantener viva la memoria de aquella mujer valiente y solidaria que logró movilizar a todo un pueblo. ¿Cómo? “Muy fácil – cuentan que dijo- yo solo les he dicho que pensaran que en el tren iba un hijo suyo”.
Isabel la Cabrera fue una mujer adelantada a su tiempo que legó una historia entrañable a Plasencia y a sus nueve hijos, cuarenta nietos y 140 biznietos, algunos de los cuales pasarán un Puente del Pilar en Plasencia de lo más especial. Paz González, desde Reus, explica que “es una iniciativa familiar que rememora a una persona muy querida en Plasencia”. Con mucha dedicación, gracias a un grupo de WhatsApp de más de sesenta personas y la colaboración del Ayuntamiento de Plasencia, han conseguido reunir la única foto que se conserva de esta gran mujer, hasta su testamento y testimonios de sus descendientes que podrán ver todos juntos ese día en el Centro Cultural Las Claras, cedido por el ayuntamiento para la ocasión. Hasta una revista van a editar sobre la historia y legado de una joven viuda hurdana que nació en Casar de Palomero en 1850 y que llegó a Plasencia para servir en una casa donde enamoró al que sería el padre de sus hijos. Como su historia enamora a todo un pueblo.
Publicado en septiembre de 2019
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