La trashumancia te regala en la Extremadura slow escenas que te obligan a parar y a tomar perspectiva en estos tiempos de tanta prisa. Como este rebaño de vacas, o cualquiera de los que cruzan igualmente el Valle del Jerte camino de lo más alto en Tornavacas, y que anuncian el verano porque allí en la sierra permanecerán hasta que pasen los rigores veraniegos en otoño.
En su ruta ponen a prueba la paciencia de los conductores en algunos tramos de la carretera que une Plasencia con Ávila o en pistas forestales que conducen a los cerezos en plena época de recolección, pero también a las piscinas naturales del Valle del Jerte.
Son varias las ganaderías extremeñas que practican la trashumancia a lo largo del Valle del Jerte y los pastores, que no responden ya a la típica escena pastoril y en ocasiones se confunden entre senderistas, cuentan que también se llevan su bocinazo. Aunque hay quien se baja pacientemente del coche y les acompaña el tiempo justo para interrogarles ante la curiosidad que despiertan estas tradiciones que, por suerte, contribuyen a la conservación de las vías pecuarias. Una estampa que se puede disfrutar en varias zonas de Extremadura y que en el Valle del Jerte coincide con época de cerezas.
Publicado en junio de 2019