Tengo una pasión heredada por el universo del Western. La herencia me viene de mi abuelo Teodoro, un fan de John Wayne que se pasaba las horas muertas leyendo novelas de quiosco de Marcial Lafuente Estefanía mientras iba marcando con rayitas en cualquier hueco del interior de la cubierta -aunque hablar de cubierta en ediciones tan baratas parece casi un exceso- los muertos que iban cayendo. “¡Qué bárbaro!”, exclamaba cuando iba creciendo gratuitamente el número de rayas. Yo nunca he contado muertos ni he leído novelas de Marcial Lafuente Estefanía y quizá sea más de James Stewart que de John Wayne, pero mi educación sentimental en el mundo del western comenzó, como decía, con él, con mi abuelo Teodoro, y siguió luego con las películas de Sesión de tarde los sábados y, en la Biblioteca Municipal, con Lucky Luke y, sobre todo, con las aventuras del Teniente Blueberry, magníficamente dibujadas por Jean Giraud antes de convertirse en Moebius y volverse psicodélico. A las viñetas del Teniente Blueberry, realistas, con líneas limpias y enérgicas y colores planos y terrosos, me recuerdan los dibujos de Ralph Meyer para la serie Undertaker, una colección de álbumes con guion de Xavier Dorison publicada por Norma Editorial en la que se dan cita muchos de los grandes tópicos del western, el tipo misterioso que llega a un poblado construido en medio de la nada, el hombre hecho a sí mismo a costa de pisotear a los demás, la mujer dura y hermosa de pasado desconocido, el salón, los caballos, la violencia gratuita, los disparos, la multitud enfebrecida o la llegada de las tropas federales. En Undertaker uno encuentra todos estos tópicos, que le hacen sentir el infantil placer de reconocerse en el género, sin que el argumento resulte repetitivo, y ello gracias, en gran medida, a su protagonista, Jonas Crow, un enterrador ambulante y solitario que se esfuerza en contener su ira y mantener oculto su pasado despertando así el interés y la curiosidad del lector. En el primer tomo de la serie, El devorador de oro, Crow recibe el encargo de enterrar a un minero rico empeñado en burlar a todos sus potenciales herederos llevándose a la tumba toda su fortuna, lo que suscitará la codicia y la furia de todo un pueblo, que tratará de impedir que el enterrador cumpla con su trabajo en los términos pactados. No voy a contar más, pero les aseguro que uno se queda con ganas de más, de seguir con la siguiente entrega, Cómo danzas los buitres, que espero no tardar en conseguir. Entonces seguiremos informando.
Undertaker 1. El devorador de oro
Xavier Dorison / Ralph Meyer
Norma editorial
17 euros
Texto de Juan Ramón Santos para su columna Con VE de libro