Atender al momento, al tiempo que pasa, a la fugacidad de un instante y descubrir y poner de relieve lo que tiene de eterno y universal ha sido siempre una de las tareas fundamentales de la poesía. A ese propósito parece responder el título del libro con el que Irene Sánchez Carrón ganó el XVI Premio Emilio Alarcos, Micrografías, un término que, según el Diccionario de la RAE, quiere decir “descripción de objetos vistos con el microscopio” y que resulta acertado para resumir unos versos que tienen mucho de intento de retratar lo breve, lo pequeño, lo cotidiano, en ocasiones, de forma también efímera, instantánea, como en el poema “El beso”, que dice
Llegaste
con el agua en los labios
cuando ya me marchaba
muerta de sed,
un poema que constituye, además, un excelente ejemplo del tema del amor, uno de los más frecuentes en este libro y en toda la poesía de la autora, “una voz marcadamente femenina y clara que, entre un mundo rural y urbano, revisa tópicos y mitos de la tradición literaria, a la vez que recorre espacios y presenta situaciones que muchos lectores compartirán”, según dice el texto de la contraportada, que hace referencia a otros dos lugares comunes, frecuentes, en su poesía. Por un lado, el diálogo con la Literatura, unas veces sutil, a través de una cita, de un metro, de una rima o de un cierto aire clásico en la manera de abordar algún asunto, pero que otras es explícito, como cuando aparecen evas, penélopes o bellas durmientes –recuerdo también un Robinson en un libro anterior– que Irene pone al día en lúcidas e ingeniosas vueltas de tuerca a los mitos. Por otro lado, como decía la contraportada, situaciones y espacios, la ventana de un café, la de un autobús, el campo de batalla del final de una fiesta, pero también experiencias que todos hemos vivido, como la rotura de la luna del coche o que se nos caiga al suelo la agenda en medio de la calle, a las que la escritora consigue cargar poderosamente de sentido. Por último –glosando un poco más la cita de la contraportada–, una voz “entre un mundo rural y urbano”, porque poemas como “Cercanías”, “La soledad de los escaparates” o “Paseo al amanecer” suceden, desde luego en la ciudad, en cualquier ciudad, pero otros, como “Final de infancia”, “Mientras cogías moras” o “Cazando mariposas”, transcurren en el campo, en ocaciones en paisajes muy cercanos y muy queridos por nosotros, como los del Valle del Jerte, valle natal de Irene Sánchez Carrón, escenarios a los que habría que añadir, por último, los del hogar, el más cotidiano de los espacios, donde tienen lugar poemas tan íntimos y también, a menudo, tan sensuales como “Caligrafía” o “Final de la jornada”, muestras todos ellos de una voz –efectivamente– clara y femenina, pero también podríamos decir sigilosa, sumamente atenta a los detalles, empeñada en subrayar el significado de lo aparentemente insignificante, una voz extremeña y cercana que ustedes deberían conocer y que tendrán la estupenda oportunidad de escuchar si nos acompañan, el martes 26 de marzo, a las 20:00 horas, en la Sala Verdugo, en la sesión de despedida del curso 2018/2019 del Aula de Literatura “José Antonio Gabriel y Galán”. No se olviden de venir. Ni de leer a Irene.
Micrografías
Irene Sánchez Carrón
Visor de Poesía
12,00 euros
Publicado el 14 de marzo de 2019