En una lejana ocasión estuve al lado de un hombre, eminencia en la medicina y cirugía, que confirmaba que él no hubiera sido nadie sin la ayuda de su esposa. Lo expresó afirmando que detrás de una gran hombre siempre hay una excelente mujer. Años después conocí a una gran, inteligente y brillante fémina (no me autoriza a mencionar su apellido demasiado conocido) que no tenía a nadie, ni hombre, detrás. Todo era mérito de su propia formación, de su inquietud, su tesón y talento, y por supuesto de sus estudios que ella misma financió. No le hizo falta ningún ‘master’ de aquellos primigenios, serios, caros de capital e inteligencia y gran prestigio. Y es que ella, mujer, era la máster, la mente cultivada con talento vivo y práctico. Conquistaba a las empresas por sus conocimientos y gran resolución. Llegó a decirme que aunque le apetecieran los hombres, estos apenas se acercaban a ella intimidados porque le presuponían una inteligencia superior que les acomplejaba y los enanizaba mentalmente -pensaban ellos- no permitiéndose brillar en la conversación y mucho menos en la opinión. Todo falso. Era y es una mujer sencilla a la que le gusta el buen cine, la música y la lectura. Ella me decía -glosando a mí admirada columnista Emilia Landaluce- que las mujeres lo quieren es que las dejen en paz, que puedan ser como les dé la real gana; separadas, solteras, presidentas de empresas importantes o amas de casa. También de pensamientos políticos tendentes a la izquierda como a la derecha, tanto rubias como morenas, gorditas o flacas.
Mi amiga tiene la razón absoluta. La feminidad no tiene blandura, ni macicez, tampoco arrugas y ni mucho menos edad.
Uno cree que a la mujer no le hace falta ninguna huelga -ahora ni nunca-para mostrarse indispensable porque ya lo es. En todo caso, seremos nosotros, los del sexo opuesto y no machistas, los que deberemos reconocer su valía en todos los aspectos para darles definitivamente el importantísimo lugar que ocupan en esta sociedad absurda y vulgarmente ‘machota’.
Espero que mis editoras me permitan dedicar este sencillo artículo a mujeres tan importantes como: Eva, Marta, Felisa, Mariché, Marisa, Nieves, Merche, Marian, sin necesidad de mencionar sus apellidos, porque ellas con su propio ser y su nombre son tan suficientemente importantes como para incentivar la vida de nosotros, de algunos que intentamos ser buenos hombres. Gracias a ellas. Gracias a la Mujer.
Publicado el 7 de marzo de 2018