Search

Antonio Reseco, narrador

Siempre he pensado que mis poemas, los de Cicerone y Aire de familia, resultan demasiado narrativos, que responden más al deseo de contar de otra manera, en otro formato o con otras reglas de juego, que a un genuino impulso lírico, y también que calificar de narrativa una poesía es ponerla un poco en entredicho. Lo que no tengo claro es si esa sospecha funciona en sentido contrario, si considerar una determinada narrativa poética no será, también, dudar de ella. Probablemente no, porque el relato es, por muchas razones, cercano al poema, y porque la novela tiende a acoger bien cualquier hibridación, cualquier intercambio o mènage à trois con otros géneros, pero, como digo, no estoy seguro, y tampoco es mi intención pensar por escrito aquí sobre ese asunto.

Si digo todo esto es porque al leer los dieciocho relatos de El café portugués, de Antonio Reseco, no he podido evitar pensar –por más que sea su segunda incursión en la narrativa, después de El conejo, la chistera y el mago sin memoria, de 2012– que son, en buena medida, cuentos de poeta. Supongo que en ello ha influido lo que sé del autor, saber que de su ya docena larga de libros publicados ocho son de poesía, o reconocer a veces en sus cuentos el tono o la cadencia de algún poema, por ejemplo, de London Bureau, pero también me lo ha hecho pensar la mirada detenida, inteligente y analítica que se adivina detrás de cada uno de sus cuentos. Una mirada que, desde luego, no es exclusiva del poeta, pero que me recuerda a cierta poesía meditativa y a su afán por atrapar el instante y extraer de él toda su sustancia, todo su jugo, toda su carga lírica y vital. Estoy pensando sobre todo en relatos como “Rita”, que parece el resultado de darle muchas vueltas al descubrimiento de un retrato de Rita Hayworth en el escaparate de una peluquería, “El pífano”, un hermoso merodeo en torno al célebre cuadro de Manet y a la fragilidad de la vida, o “Perfume, sombra”, en el que el intento de recobrar los matices de un aroma, el de un perfume olvidado, se acaba convirtiendo en una potente metáfora sobre el paso del tiempo y la memoria.

Sin embargo, al hojear estos cuentos que ahora nombro como ejemplos de una cierta mirada poética, veo que no puede caber duda de su manifiesta potencia narrativa, una potencia narrativa que puede hacerse, quizá, más evidente en otros de mayor extensión, como el que da título al libro, “El café portugués”, como “Rumbo sur” o como “La isla”, el que cierra el volumen y que uno tiene la sensación, por la agilidad y el acierto con los que resuelve cada escena, cada estampa, con el que va componiendo el retrato de un pequeño país convertido en dictadura, podría crecer hasta convertirse en toda una novela, pero que también late con fuerza en relatos más más breves como “El raíl”, “Progreso” o “El sueño del traidor” –de clara inspiración borgiana–, auténticos, magníficos, sabrosos concentrados de narración.

Faltarían por nombrar, por completar el repaso, cuentos como “Y digo su nombre” y “Luton’89”, que junto con “Perfume, sombra”, ya nombrado, forman una suerte de tríptico de la melancolía –“sólo los veranos de la juventud merecen la pena vivirse”, dice el narrador en este último–, y también, como contraste, otros marcados por el humor, la ironía y una sabrosa pizca de crítica social, como “Dara, dara, dum”, “El Alcalde de Nuremberg”o “El brazo incorrupto de Maradona”, pero no con eso acabaríamos ni con el recuento ni con lo que puede llegar a dar de sí este sólido volumen de relatos, que encierran asimismo, en su contención, pequeños misterios, como el de los él y ella escritos así, en cursiva, que aparecen en algunos de los cuentos, asuntos sobre los que charlaremos el sábado 17 de noviembre, a las ocho de la tarde, en la Librería “La Puerta de Tannhäuser”, la hermana mayor de “La pecera”, en la presentación de El café portugués, en la que contaremos, por supuesto, con la presencia de su autor y a la que están ustedes invitados.

El café portugués

Antonio Reseco

Editorial Trea

15 euros

Publicado el 9 de noviembre de 2018

Texto de Juan Ramón Santos para su columna Con VE de libro

Con VE de libro columna de Juan RAmón Santos en planVE
Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También te puede interesar

Conoce la vida de la placentina que llevó el Cristo a Serradilla en el siglo XVII

María Fe García Ropero impartirá el lunes 18 de marzo la conferencia…

CANCELADO Una veintena de artistas luchan contra los grandes incendios forestales

El embalse del Borbollón en Sierra de Gata acoge en el mes…

Las chicas del Brazalete Morado se cuidan unas a otras, en Plasencia

Un grupo de unas 80 chicas se han organizado en la Feria…

Celebra el solsticio de verano en Huerta Montero

El solsticio de verano en Huerta Montero de Almendralejo es ya un…