Será el próximo sábado, día 13 de los corrientes, cuando una cuadrilla de componentes de Estampas Jurdanas desembarque en el pueblo de Pasarón de la Vera, que celebra su Festival Tinajero , apoyado por el Área de Turismo de la Diputación Provincial de Cáceres, el Ayuntamiento de la localidad y otras asociaciones. Junto con ellos, marcharán varios tamborileros del pueblo de Aceituna, con el que Estampas Jurdanas tiene grandes vínculos de amistad y comparte el mismo espíritu festivo y pastoril.
Todos ellos recorrerán las calles y plazas pasaroniegas, llevando sus toques de gaita o flauta de tres agujeros y de tamboril, sus percusiones de otro instrumental más arcaico y propio de antiguas comunidades dedicadas al pastoreo, sus bailes, sus coplas y romances, sus cuentos y chascarrillos, así como otras manifestaciones propias de la Cultura Tradicional-Popular amasada durante siglos en las majadas y chozos donde transcurría la vida de los pastores. La sorpresa y la improvisación caracterizan la animación de calles de estos careadores de cabras, en el caso de los jurdanos; y de ovejas, en lo que atañe a los “canchaléruh” (así son motejados cariñosamente los vecinos del lugar de Aceituna). Lo mismo llegan a las puertas del templo parroquial del Salvador, en Pasarón, y, allí, desgranan la danza pastoril de “El Ramu”, que se dedica como salutación a las autoridades, tanto civiles como eclesiásticas. Puede que le acompañen con otros antiguos cánticos religiosos, que nada tienen que ver con los que entonan las beatas de nuestros tiempos. O, tal vez, se presenten ante el palacio de los Manrique de Lara, también en la villa pasaroniega, y declamen y canten estimadas versiones del Romancero Viejo, pertenecientes a la tradición oral del territorio jurdano. O se personen delante del museo Pechorromán de la mentada villa y piquen y trencen sus pies con diferentes piezas de su repertorio dancístico. También puede que manden callar, haciendo sonar un cencerro o campanillo, al personal que se agrupa en torno a ellos, bien sea en una plazuela o en una taberna, y narrar o declamar cuentos perdidos en el baúl de los recuerdos, donde siempre el lobo y el pastor andan a la greña, sobre las serranas bandoleras, los pastores bobos y listos, los amores entre las pastoras y los nobles caballeros y otro sinfín de trahtabillahlénguah y de acertajónih que harán las gracias de todo el auditorio.
Recorrerán, igualmente, el Mercado Artesanal y mojarán la palabra y rebrandarán luh palaárih alternando con la gente de la Solera Pasaroniega, de tamborileros llegados de otros diferentes puntos del oeste peninsular y otras rondallas y grupos folklóricos. En definitiva, una completa jornada, que se alargará bajo las estrellas hasta que, como afirma el dicho popular, las ranas críen pelos. O, tal vez, bajo la bóveda celeste aborregada, que es la que anuncia la proximidad de las lluvias. Ramón Díaz Santos, un pastor y artesano ya entrado en años pero con una vitalidad que ya la quisieran muchos jóvenes, miembro de la cuadrilla, criado toda la vida entre escobas y retamas, pronostica que, al final de la luna nueva de octubre, habrá demuación y hay que esperar que loh baráñuh del cielu traigan güénuh charpázuh y sin cael de roblazu. Pues que llueva pródigamente, que siempre se dijo que la luna de otubri sieti lúnah cubri y, si lluevi, nuevi. A ver si es verdad y toma otro tempero la tierra, reseca por los abrasantes e inusuales calores de septiembre y de lo que va de octubre, al menos por estas tierras del norte cacereño. Que llueva, que llueva, engorden las aceitunas y las castañas y empiecen a salir las setas.
Publicado el 11 de octubre de 2018