
“Por resultas del año del treynta y tres (1733) haberse lidiado un toro de esta Cofradía, en adelante no se corra toro ni novillo de referida Cofradía ni en la plaza ni con cuerdas,pues no debe gastarse en usos profanos lo que está dedicado al culto divino, y asimismo mando no se meta en la Cofradía toro ni res alguna que se vaya a lidiar o correr en la plaza o con cuerdas por las mismas razones, y ansí se observe y cumpla una y otra, so pena de excomunión menor”.

La filípica se la lanzaba el obispo de Coria, don Miguel Vicente Cebrián y Augusthín a los miembros de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Paz del Humilladero, con motivo de una visita a la localidad en el año 1742. Seguro que tal obispo habría jugado hoy un buen papel dentro de la liga antitaurina. Pero aquella Cofradía iba por libre y no tenía por qué rendir cuentas a la Parroquia. Toda una gran gavilla de cofrades que, por manos de sus mayordomos, administraban las muchas tierras y ganados de los que disfrutaba aquella Cofradía que ya estaba viva y pujante en el siglo XVII. De las muchas partidas que hemos observado en los archivos, el día 23 de septiembre la Cofradía tiraba la casa por la ventana y aclamaba al Santísimo Cristo de la Paz por todo lo alto. Dichas partidas significan los gastos en comediantes, danzadores de castañuelas y palos, tamborilero, así como refresco, vino y frutas de sartén para los cofrades. Hasta los pobres de solemnidad del lugar eran invitados a una escudilla de sopa y un guiso del toro sacrificado. Los fondos de esta Cofradía sufragarían los costes de la ampliación del humilladero, que se convertiría en ermita entre los años 1778 y 1782, con la aportación también de numerosos vecinos que, sin ser cofrades, dieron muchas peonadas de balde. De aquí que la actual ermita del Cristo y el solar que la rodea sea propiedad del propio pueblo, de la comunidad de vecinos. Por ello, siempre la cartilla con los ingresos ha estado en poder de los mayordomos y no en manos de eclesiástico alguno.

La fiesta

No hay la menor duda que estas fiestas del Cristo de la Paz se erigen en las más emotivas y emblemáticas de la localidad de Santibáñez el Bajo. Se iniciarán el próximo viernes, día 21 de septiembre, con el “Trofeo del Cristo”, que conllevará toda una carrera de atletismo (11,00 horas) en el Parque Grande, tanto para niños como para adultos. Una hora más tarde, se celebrará, en la biblioteca, un concurso de dibujo infantil, con premios relacionados con material escolar. Por la noche, primera verbena de fiestas, a cargo de la orquesta “Nueva Fase”. En la jornada siguiente, víspera del “Día Grande”, a las 9,00 horas, se llevará a cabo el tradicional concurso de pesca en el pantanillo del “Valli de loh Zarzálih” (dehesa boyal y comunal). A media tarde, entretenimientos tauromáquicos y charanga, en la zona de “El Legíu”. Cuando comience a pardear el día, se cerrará el novenario al Santo Cristo y se prenderán fuego a las capacetas aceiteras, en el antiquísimo ritual de “La Velá”. Se desparramarán los sones del tamborilero, la gente bailará antiguos sones y los cohetes explotarán en lo alto. Después de la cena, segunda verbena, amenizada por la orquesta “Alejandría”.


El día 23, efemérides del Cristo de la Paz, los vecinos serán despertados por las notas del tamborilero, que recorrerá las calles del lugar en compañía de los “pidiórih del Crihtu”. Sobre las 8,00 horas, aguardiente, perrunillas y carreras de los astados y de los que se exponen a sus astas. A media mañana, voltearán alegres las campanas, anunciando la misa y la solemne procesión, en la que se procederá al secular rito de “Echal la bandera”, bajo el ritmo de la flauta y el tamboril. Terminados los actos religiosos, “conviti” del Ayuntamiento para todos los vecinos y forasteros asistentes; es decir, lo que se llama ahora “vino de honor” (bebidas y pinchos). El colorista, concurrido y tradicional Ofertorio, donde se subastan los productos agropecuarios más granados de los campos santibañejos, amén de otros donativos, se iniciará pasadas las 17,00 horas. Luego, a compadrear y comadrear por los bares y, cuando las estrellas cubran el cielo, a bailar en la última verbena de los festejos, con la orquesta “Bahía Blanca”. El día 24, conocido tradicionalmente como “El Crihtu Vieju”, saldrá la charanga a anunciar que los guisos de la caldereta de la vaquilla ya comienzan a desparramar sus enjundiosos olores. Después de bien comidos y bebidos, continuarán los bailes charangueros para rebajar la andorga. Habrá toro mecánico e hinchables, poniendo el broche final, a eso de las diez de la noche, los acordeonistas de Coria y su comarca, en la Plaza Mayor.

Fiestas con solera, tradición, confraternidad vecinal y tan solo ensombrecidas por la desafiante noticia de que el obispado de Coria-Cáceres ha inmatriculado a su nombre la ermita del Santísimo Cristo de la Paz. No hemos enterado no hace mucho, cuando se ha descubierto que la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, a través de sus ecónomos, aprovechó la reforma de la ley Hipotecaria de José María Aznar para apropiarse de numerosos bienes muebles e inmuebles. Tal presidente del Gobierno, por graciosa donación, permitió que la Iglesia Católica, solo ella, pudiera inscribir unos 4.500 lugares de culto y otras propiedades a su nombre, entre ellos la ermita que es propiedad de los vecinos de Santibáñez el Bajo. Consideramos que si los santibañejos permitimos tal desafuero, jamás podrán perdonarnos nuestros antepasados y tampoco perdonarnos a nosotros mismos si permanecemos con los brazos cruzados.


Publicado el 16 de septiembre de 2018