
El martes, un día tonto, quizás algo maldito. No es que lo afirme uno, simplemente que el universo entero está de acuerdo con el absurdo carácter de ese día de la semana. Es un día perfecto para una gastroenteritis o para un dolor tonto pero intenso, inexplicable, indiscreto y tan pesado como para permitirte una baja por descanso de 24 horas para no acudir al rutinario trabajo habitual. Las jefas de Departamento, esas chicas que nunca faltan al curro, como mi extraordinaria amiga Eva, saben mucho de eso, y de algunos de los obtusos trucos empleados por los miembros de su equipo.
Uno que ya se jubiló del periodismo, de las letras y de la imagen, obligado por su archimadura edad, nunca utilizó en su diario y complicado quehacer esos ardides para evitar lo laboral. Y es que ocurre que a los vocacionales nos encanta nuestro trabajo e incluso nos molestan los fines de semana. A pesar de ello sigo ejerciendo mi profesión (gratis total) para medios y amigos que me lo solicitan, incluso en martes.
Cuando me instalé en esta ciudad extremeña para descansar -un decir- escribiendo, fotografiando, dando cursos a mayores y alguna que otra conferencia a quien quisiera escucharla, me percaté que aquí los martes son especiales. En ellos hay mucha actividad. Se mueven muchas personas alrededor del mercado de verduras del pleno centro, se agita la economía en los negocios hosteleros y se percibe una alegría suelta, bailarina, entre la gente que lleva bolsas abarrotadas de buen verde y rojo de huerta, todo fresco, todo muy sabroso.
Luego me llegó la sorpresa, este año es la cuarta. Y es que viene un martes de mayúscula, un día revestido de magia regional que se llama MARTES MAYOR. Ese día que parecía vulgar, se convierte en una jornada en la que todos nos alegramos, compramos cosas bonitas y disfrutamos con el tiempo relajado y distendido para la amistad y el cariño.
Uno echa de menos a la muy buena gente que me quiere y que no puede venir a disfrutar junto a mí y a los placentinos esa estupenda fiesta martesina que nadie debería perderse.
Sonreiremos en honor de los ausentes y gozaremos en la presencia de los presentes. Al fin y al cabo, es un día especial, un martes muy distinto. Ya lo siento Eva, ya lo lamento Jóse.
Publicado el 4 de agosto de 2018
Texto y foto de Alfonso Trulls