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Julio, mes de “vida”

A veces a uno, que anda de acá para allá “con la que está cayendo”, se deja seducir por las sentencias de la sabia gente del campo, y digo “sabia” porque “de lo que se vive es de lo que se sabe”, sin tanto resabio de conspicuos y charlatanes expertos y demás mandanga.

Junio se apaga con un apretón de primeros de verano. Y echándonos ya julio al morral en nuestro deambular, con las esquilas de los ganados en busca de la manduca, se comenta, con sentencias como latigazos: “julio es el mes más caluroso del verano”, aunque según el refranero: “Julio y agosto, cada uno como el otro”. En esta España de Santiago, que el santoral señala el 25, como patrón de España, también se dice que es el mes más seco, al menos en nuestro país, claro, que es de lo que hablamos, cuando comienza ¡ojo al canto! esa nube negra del riesgo de los temidos incendios forestales.

Lo que pasa  –sigue el sabio pastor que me comenta– es que al ser los días más largos, el sol calienta más la tierra, y, en consecuencia, los prados se resecan y amenaza la quema, cuando es ahora la época en la que el ganado necesita abrevar al menos dos veces al día.

Y con el temor de las tormentas que azotaron los primeros días del mes de junio, que nos sirve de escarmiento, según lo que traiga el cielo para los frutales en julio pueden darse también alguna que otra sorpresa tormentosa, pero aislada, ya que dicen que suelen presentarse junto a los embalses donde se da más evaporación de agua. Y añade el refranero que “aunque raras, violentas son las tormentas” y también “en julio gran tormenta mucho espanta, pero pronto escampa”.

Otra cosa son los vientos que azuzan de manera variada, o sea como les plazca, pero que en este mes de julio pueden traer aires secos y cálidos oriundos del Sahara que elevan la calorina a extremos angustiosos, enturbian la vista y el paisaje y hasta remostan el cuerpo tal y como si fuera el pegajoso zumo de uva madura, de higos con su sudor almibarado o del melón que amasa dulzor, color y sabor.

Y para que haya de todo un poco los sabios de la tierra aplican el cantoral que dice que “Por San Fermín mocitas a la fiesta y viejos a la siesta”.

Dicen (no los sabios del campo sino los libros) que al ser el quinto mes del antiguo calendario, este mes se llamaba quintilis pero al nacer en este mes el más grande emperador romano de la historia, Julio Cesar, pasó a denominarse julio. Sea como fuere, en la iconografía este mes se representa bajo la figura de un joven de prietas carnes bronceadas por el sol y con los cabellos coronados de espigas, que significan la riqueza. Y terminamos con un último y sabio pensamiento: “julio es todo día por lo que tanto viejos como jóvenes tienen más vida”.

Pues eso, que lo aprovechemos para vivir más cada día.

Publicado el 24 de junio de 2018

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