
Rememorando que en estos días de finales de mayo, nos regala Yuste otro de los conciertos del Emperador, que pusiera en marcha mi amigo Antonio Ventura, director de la FAEY hasta su jubilación, no está mal que aportemos alguna anotación de Carlos, el músico, o el amante de la música o el mecenas de la música…
La educación musical del Emperador comenzó siendo niño, de la mano del profesor de música y organista Henri Bredemers, encargado de dirigir la obra de Josquin Deprès que tanto le gustaba a Carlos, siempre bajo la tutela de Margarita de Austria. Ella procuró su formación musical, tanto por el aprendizaje de instrumentos como la espineta de la misma tía que él solía tocar, o el clavicordio (que llevó a Yuste) como por el ambiente musical que formaba parte de la corte y cultura de Malinas.
Las crónicas citan los variados instrumentos de viento, cuerda y teclado que forman parte de la vida palaciega: flautas, laúdes, arpas, trompetas, trombones, violas, cítaras, oboes, arpas, gaitas, timbales, tambores y órganos etc., que forman parte de los acontecimientos y conciertos de diversa índole más significativos: festividades, nacimientos, victorias, efemérides, etc. Entre estos instrumentos los preferidos por el Emperador fueron: la vihuela, el arpa y el órgano que era el único permitido en las iglesias.
La vihuela, el instrumento principal de la música española, gozó de una excelente acogida por parte del Emperador hasta el punto de erigirse como el preferido entre los sonidos musicales. La vihuela, como aún se llama en ciertos lugares como Extremadura, antigua guitarra, le atrajo a Carlos V de tal manera que llamó al músico Luis de Narváez, vihuelista granadino, para que adaptara su tema preferido a este instrumento. Gracias a esta solicitud, según las investigaciones, se encuentran dos versiones, una vocal y otra instrumental, de la pieza Mille Regretz –Mil lamentos-, del compositor Josquis Deprès (1450-1521), principal figura de la escuela musical flamenca del Alto Renacimiento y autor del tema favorito del monarca.
La versión para vihuela de Luis de Narváez, compuesta en 1538, fue bautizada como La canción del Emperador y está considerada una de las piezas más antiguas de la vihuela de mano. YMille Regretz es una canción trovadesca, polifónica, a cuatro voces, escrita en francés, triste y melancólica, bella y rica, que refleja no sólo el gusto musical de la época, (bailaban ese tipo de música nostálgica en los salones), sino también el carácter del Emperador.
La época de Carlos V fue por tanto una época musical por excelencia: cualquier evento que se precie, militar o civil estaba acompañado de ritmos dulces, pesarosos o estridentes y contundentes, según el tipo de celebración.
Por todo ello, uno de los aspectos que él mismo explicita y quiere que se tenga en cuenta en su retiro de Yuste es el musical. Para ello requiere al prior de los frailes jerónimos, antes incluso de llegar a su retiro, que ha de contar con las voces más prístinas de los frailes en Europa para el coro de los monjes que ha de acompañar las ceremonias, y que, según cuentan las crónicas, en su retiro monacal hasta él mismo se atrevió a corregir en sus ensayos a los cantores.
Carlos V, el soberano más importante de su tiempo, fue también un gran mecenas de la música. A él deben su reputación las tres capillas más representativas de la Europa del siglo XVI, ubicadas en Madrid, Viena y Bruselas.