El agua es un elemento sagrado en pueblos de todo el mundo y ha sido objeto de culto en Extremadura desde tiempos inmemoriales. Asociada a valores como el renacimiento y la sanación por las distintas culturas que a lo largo de la historia se han asentado en la región extremeña, el agua fue el medio en el que surgió la vida. Precisamente este detalle se hace muy presente en antiguas tradiciones de la región como la de salpicar con agua a las novias. En este acto el agua alude al esperma, al semen del varón que llenará de vida a la futura madre.
En muchas ocasiones, además, encontramos una sacralización del agua que se ve reflejada en peticiones y oraciones a santos. La Virgen, en el ideal cristiano, se convierte en un reflejo de la madre naturaleza y es símbolo de fecundidad, según opinan estudiosos como José María Domínguez Moreno. Por eso los extremeños rezan oraciones como estas: “Virgen de Botoa, Virgen divina, danos el agua pura y cristalina”; “Oh, Virgen de Piedraescrita, patrona de Campanario, por Dios, mándanos el agua que están secos nuestros campos”. Además, los extremeños no solo se limitan a hacer peticiones, y en muchos municipios como Alía o Garbayuela se sumergían los santos en el agua para propiciar la lluvia.
Hace unos meses, cuando atravesábamos una importante sequía, tuve la oportunidad de estar en la ermita de la Virgen de Botoa para presenciar una petición religiosa denominada “ad petendam pluviam”. De esta oración echan mano los fieles cuando hace falta agua para los campos y, según me cuentan, suele dar resultado. Imágenes como la de esta Virgen o la del Cristo de las Aguas en Guareña, se consideran especialmente milagrosas en lo que al agua se refiere.
Los ríos también pueden convertirse en sagrados, naciendo a menudo advocaciones en lugares cercanos a ellos, como por ejemplo Nuestra Señora del Zújar en La Coronada o Nuestra Señora de la Rivera cerca de Talavera la Real. Es curioso, además, que en zonas como en Talaván, en la provincia de Cáceres, donde encontramos la advocación de Nuestra Señora del Río, se hayan producido diversos avistamientos ufológicos, muy relacionados, por cierto, con lugares donde hay agua. De hecho algunos investigadores consideran la región un punto caliente en lo que a ovnis se refiere debido a la gran cantidad de pantanos y zonas de agua que alberga.
Existen en Extremadura más de un centenar de enclaves donde surgen aguas con propiedades medicinales: Alange, Zorita, Granadilla, Alcántara, Botija, Barcarrota e infinidad de municipios más; unas aguas con propiedades curativas que en algunos casos se han convertido en centro de culto religioso. En Zorita, por ejemplo, encontramos la Virgen de la Fuensanta, una advocación mariana en un lugar con una fuente considerada milagrosa. El culto se inicia por esa causa y antiguas pinturas y grabados dan fe de las peregrinaciones que hubo en su tiempo hasta este enclave cacereño, uno de los muchos en los que el agua ha sido objeto de devoción.
Quizá si estos cultos siguieran tan vivos como antaño la sociedad tendría conciencia de la importancia del agua. Más de 700 millones de seres humanos no tienen acceso a agua potable y según la Organización Mundial de la Salud y UNICEF al menos 1.800 millones de personas beben agua contaminada con residuos humanos. Además, la cantidad de agua que hace falta para el desarrollo de la agricultura se incrementará en los próximos años, lo que pone a la humanidad y al medio ambiente en una situación difícil, en una coyuntura complicada que hay que enfrentar con ahorro de recursos, entre otras muchas medidas, y con la conciencia y la certeza de que la vida no es posible sin el agua.
Publicado el 15 de mayo de 2018
Fotos y textos de Lourdes Gómez para su columna Extremadura Desvelada
