“Contaban los nuéhtruh agüéluh, loh de pa,tráh, c,ántih había una porcá grandi de lichónih, y, al venil el día, tocaba un cuerno el porqueru y llevabá a toa la porcá detráh, al rebuhcu de lah cahtáñah y lah bellótah, que ni te quieru contal loh cahtáñuh y loh róbrih c,había de ántih” (Anastasio Martín Martín, tamborilero que fue de Pinofranqueado).

Anastasio fue miembro de “Estampas Jurdanas” y nos acompañó algunas veces por distintos puntos geográficos, desgranando con entusiasmo y alegría las notas de su gaita y tamboril.  Nació a finales de los años 20 del pasado siglo y, desgraciadamente, la maldita Enlutada de la Guadaña vino a por él cuando aún no peinaba las suficientes canas.  Nos relató muchas oralidades, heredadas de sus mayores, relacionadas con los “puércuh négruh y ajabalináuh” que se criaban en los montes de Las Hurdes, siempre en compañía del porquero.  Cochinos destinados a la matanza y de los que se celebraba un mercado junto al río de los Ángeles (antiguamente, río de “Lah Jerreríah”) todos los 30 de noviembre.  Pero la “marea” acabó con muchos castaños de aquellos montes y miles de robles, junto a cientos y cientos de nogales, se entregaron a los aserradores portugueses, desapareciendo casi de la comarca.  Prácticamente, solo quedan los topónimos, como las dos alquerías denominadas Robledo (una en el concejo de Los Casares y otra en el de Lo Franqueado) y otras docenas de parajes que atestiguan la presencia de este árbol tan sagrado para ciertos pueblos célticos, ya que eran el símbolo de la fuerza y la sabiduría y el centro de sus ritos públicos e iniciáticos.

Aquella antigua raza porcina que se enseñoreó de las serranías jurdanas desapareció como lo hizo, igualmente, la vaca “cachana” y a punto está de hacerlo la cabra jurdana, cuyos ejemplares se cuentan ya con los dedos de la mano.  Los jurdanos tuvieron, entonces que acudir al mercado dominical de Ahigal a comprar pequeños lechoncillos o “garrapátuh”, que luego criaban con los productos de sus huertos.  El caso es que la matanza, como despensa cárnica del año, no faltara nunca.  Eran muchas las meriendas que había que echar para comerlas en el monte, cuanto se pastoreaba el ganado, o en los huertos, muchas veces arrinconados en lejanos valles.

Libre Producciones

Sería en 1993 cuando la productora “Libre Producciones”, bien conocida por sus excelentes documentales “El lince con botas”, encargaría al grupo “Estampas Jurdanas” el organizar una matanza al uso antiguo de la tierra.  Se llevó a cabo en la alquería de Aceitunilla (concejo de Nuñomoral).  Fue toda una puesta en escena de los rituales, simbologías, creencias, danzas y cantos matanceros y del paso a paso del sacrificio del animal, su “chamúhcu”, su despiece, sus adobos, sus aliños gastronómicos, sus salazones y su preparación de las tradicionales clases de embutido.

No tardaría mucho en lanzarse a institucionalizar esta fiesta familiar la Mancomunidad de Las Hurdes.  Se hizo rotativa por las cabezas de los seis concejos jurdanos (el séptimo, el de La Pesga, se desligó por intereses políticos de su matriz) y, hogaño, toca cumplir con la XVII edición.  A La localidad de Pinofranqueado le toca ser la anfitriona el próximo sábado, día 14 de los corrientes.   Una fecha que coincide con el LXXXVII aniversario de la proclamación de la II República, por lo que, metafóricamente hablando,  este año la Matanza Tradicional Jurdana tendrá ciertos ribetes tricolores.  Pero a ella están invitados todos los hijos de la comarca y de otras demarcaciones aledañas, sean o no sean republicanos.

Los que se alleguen a primeras horas, podrán meterle el diente a los riquísimos “matajámbrih” y calentar el “tragaeru” con buenas pintas de aguardiente, servidos por las generosas manos de las mujeres de la Asociación-Ampa “Los Pinos”.  Sobre las 10,00 horas, se procederá a la apertura del Mercado Artesanal, mientras se van sucediendo los distintos cuadros matanceros, fiel reflejo de la matanza de antaño.

Los tamborileros animarán con sus pasacalles, animando al personal a marcarse alguna “jota de doh pásuh”, alguna “charrá”, algún “picau jurdanu”, alguna “jaba” o cualquier otra pieza ennoblecida por la solera de los años.  También los más pequeños contarán con sus talleres que, dicha sea la verdad, no son muy matanceros que digamos y que deberían revestirse con el color de los juegos y entretenimientos que fueron propios de los muchachos en las jornadas matanceras de pasados tiempos.  Sobre el mediodía, se subastarán las piezas del marrano sacrificado, dando paso al buen hacer de los instrumentistas y voces del grupo local “El Pescador”.  Cuando ya suenen las tripas, vendrá el buen yantar y el mejor beber: la cuchara y el tenedor dispuestos, y la garganta siempre presta para dejar escurrir el vino añejo de la parra tuerta.  Por la tarde, mucho baile y zarandeo bajo los sones de los visionarios del folklore postmoderno “Efecto Verdolaga” y otras  músicas y parrandas.    Cuando las nubes se hayan espantado y el firmamento esté cuajado de estrellas, seguro que el son de aquel viejo cantar que varias veces nos tocó Anastasio Martín se dejará oír, al punto de la madrugada, por calles y rincones de Pinofranqueado.  Un son que queremos hacer viral y que explosione por cientos, miles de bocas, el día 2 de marzo de 2019, cuando celebremos el Carnaval Jurdanu, Fiesta de Interés Turístico, en la alquería de El Cabezo.

Publicado el 11 de abril de 2018