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Dos pájaros de un tiro

En esto de leer uno se encuentra a veces extraviado, en una encrucijada, sin saber muy bien por dónde seguir, y no porque sienta que la carne es débil y que ha leído todos los libros, sino porque los que están a tiro resultan, de pronto, poco apetecibles, y eso hace que uno ande mohíno y aletargado algunos días, hasta que surge de pronto un título que le estimula, que le entusiasma y que hace que vuelvan el placer, el vértigo, la vorágine. El problema es que cuando llega esa vorágine lo que le falta es tiempo, los libros que uno quiere leer se hacen fuertes, forman pequeñas, exigentes torres de babel en la mesilla, y entonces la lectura se vuelve frenesí, los libros van cayendo unos detrás de otro sin descanso, sin tiempo muchas veces -como decía- para saborearlos, para digerirlos, menos aún para dedicarles una reseña en este discreto rincón de PlanVE.

Por eso aprovecharé esta pequeña tregua, en la que he terminado de leer varios libros que tenía pendientes y los que andan en la mesilla aún no se han enterado, para dar cuenta de un plumazo de dos libros de relatos que acabo de leer, dos libros de dos amigos, letras E y F, respectivamente, de la meritoria colección “Lunas de oriente” de la emeritense editorial de la luna libros.

Comenzaremos, sin embargo, por la F, que Elías Moro y Marino González Montero, responsables de la colección, han adjudicado a El amante imaginario, de Manuel Vicente González. Manolo, también conocido por su etapa como futbolista como Cerebro González, es un escritor veterano, leonés -aunque afincado en Badajoz-, y digo leonés porque emplea al escribir una prosa cuidada, elaborada, tejida con primor, que recuerda a otros paisanos y amigos suyos como, por ejemplo, Julio Llamazares, una prosa con la que en este libro da cuerpo a tres historias, dos de ellas breves -“La abuela” y “La cuesta de Moyano”- y una tercera más larga, la que da título al libro, que se me han antojado muy teatrales. En el caso de los textos breves, porque el personaje principal, un actor, en buena medida el protagonista, parece inspirado, a todas luces, en Elías González, el hijo del escritor -un magnífico actor, por cierto-, y porque en ellos hay referencias a su trabajo, con citas de papeles dramáticos que el personaje anda estudiando -una de ellas estoy convencido que es de Anomia, de Eugenio Amaya, que pasó hace unos años por el Alkázar-, por más que el argumento no tenga luego, estrictamente, nada de teatral, pues el primero gira en torno a la curiosa relación que se establece entre el protagonista y su abuela, una anciana ya muy enferma que parece haber perdido la cabeza por completo, y el segundo, a la venta de unos libros que se resuelve con sorpresa y cruel ironía del destino. Más teatral me parece, sin embargo, por la trama, “El amante imaginario”, que da título al libro, una auténtica comedia de enredo en la que el protagonista, Rufino, intenta a medias vengarse, a medias reconquistar a su mujer inventándola un amante imaginario construido a través de mensajes de móvil, ocurrencia que tendrá todo tipo de consecuencias inesperadas.

La letra E, la anterior, pertenece a Conversaciones antes del despertador, de Jorge Ávila, autor casi paisano nuestro y casi novel, pues hasta la fecha apenas había publicado una novela, Tambores de pareja, y relatos y poemas en diversas antologías y revistas. Conversaciones antes del despertador sorprende, por su contundente forma de escribir y por un meticuloso análisis psicológico de los personajes, que hace recordar a veces a autores de finales del diecinueve, algo que destaca, sobre todo, en relatos que son casi retratos -algunos casi cuadros clínicos- como “Bolinha”, “Un ruidito” o “El puente de los Cochinos”, a los que acompañan otros dos de aire fantasmagórico, como son “La hora” y “Vacío”; un divertido enredo sexual, como es “El escondrijo”; y un cuento que tiene algo de trágicamente épico como es “El emir”. He dejado para el final “En la trinchera”, el relato que abre el libro, para mí el mejor de todos, el que Jorge perpetra y resuelve de forma más brillante, un retrato desolador de dos soldados encerrados en una trinchera, al límite de sus fuerzas y de su salud mental, que destaca por su prosa rica y cruda, y tan impactante que engancha sin remedio al lector y le invita a no dejar de leer ninguna de las siguientes piezas de la colección. Por este, pero también por el resto de textos del volumen,  Conversaciones antes del despertador es más que una promesa, es un buen libro que nos deja con ganas de saber qué nos va a sorprender Jorge Ávila en adelante.

En definitiva -que el tiempo apremia y ya andan por ahí más libros reclamando su turno-, es toda una alegría poder leer a los amigos, a estos dos buenos pájaros, y saber también que la colección que los acoge, “Lunas de oriente”, sigue viento en popa en su ambicioso empeño en dar cuenta, de la A a la Z, de la narrativa que se está haciendo en Extremadura en esta segunda década del tercer milenio.

 

El amante imaginario

Manuel Vicente González

de la luna libros

15 euros

 

Conversaciones antes del despertador

Jorge Ávila

de la luna libros

15 euros

Publicado el 20 de abril de 2018

Lee más: Con VE de libro  de Juan Ramón Santos

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