Siempre fue todo un orgullo para aquellos que querían manifestar su condición de cristianos viejos el realizar la matanza del cerdo en la calle. Y también para los judeoconversos, a fin de que no fueran motejados de “marranos” (practicantes de la ley mosaica a escondidas). Por ello, los que ya vamos peinando algunas canas, recordamos los regueros de sangre sobre el empedrado de las calles en las gélidas mañanas del invierno. El pueblo se llenaba de gruñidos y del humo de las fogatas. Por lo que toca al territorio jurdano, una vez que “La Chicharrona” (legendario personaje que era encarnado cada año por una vecina alta, fuerte y ojigarza, que bajaba de la sierra cubierta de pieles, con una ristra de chorizos como collar y una recia cachiporra) daba la licencia para matar al “gurrinu”, comenzaban a afilarse los cuchillos y a disponer los avíos matanceros que se habían adquirido en la feria de San Andrés (30 de noviembre), en el pueblo de Pinofranqueado.
“Pol San Ceferinu (20 de diciembre), mata el probi el su cochinu, y pol Santa Iné (21 de enero), cogi el ricu y mata tréh”, dicen por estos montes donde se crían numerosas matas de carquesas, una planta fanerógama (“Genista tridentata”) que desde siempre se empleó para chamuscar a los “guarrápuh”. Ahora ya la gente se ha vuelto más cómoda y emplea el soplete de gas butano, pese a que todo indica que ésta no es práctica saludable, ya que deja sobre los cueros del animal la huella de un aditivo llamado mercaptano y que forma parte de los gases licuados del petróleo. Y también dicen los comarcanos que “treh díah hay en el añu en que s,enllena bien la panza: la Carvochá de loh Sántuh, en la fiehta del entrueju y el día de la matanza”. Y otros afirman que “el que no jaci matanza, el añu pasa con ansia”. La verdad es que el “cebón” se erigía en la despensa cárnica de estas familias de pastores y agricultores de minifundios, a lo largo de muchos meses. Había que echar muchas meriendas y había que nutrir al cuerpo con proteínas. Tiempos atrás, cuando cada comunidad vecinal de estos altivos e intrincados serrejones no había perdido sus genes prehistóricos de cazadores y recolectores y todo el monte era de titularidad comunal (lo sigue siendo)y todos se sentían dueños de lo de todos y uña y carne de sus ríos y sus bosques, otros alimentos proteínicos colmaban el puchero o la sartén. Cuando la matanza iba menguada, toda una variedad piscícola y cinegética (en la que se incluían ranas y lagartos ocelados) eran las encargadas de aportar albúminas, aminoácidos y grasas.
V Matanza y VII Mercado Artesanal
Para no perder la tradición matancera, que ya no es con diferencia lo que era, el pueblo de Caminomorisco inició hace cinco años su Matanza Morihqueña. “Moríhqueñuh” es el gentilicio, en el habla dialectal de la zona, de los vecinos de dicha localidad, aunque bien es cierto que, hasta principios del siglo XX, era la aldea de Las Calabazas, patria chica del bufón Calabacillas, inmortalizado por Diego de Velázquez. No existía pueblo alguno en Las Hurdes con el nombre de Caminomorisco, sino que este topónimo hacía referencia a todo un concejo. Pero ahora vamos de matanza y dejamos las disquisiciones históricas para otro momento. De matanza y también de visita al VII Mercado Artesanal. Todo ello el próximo sábado, día 24 de marzo del año en curso. Leemos en el programa lanzado por el Ayuntamiento que a eso de las diez de la mañana se abrirán las puertas del referido Mercado y todos los congregados serán invitados a dulces tradicionales y a unos buenos “lingüetázuh d,aguardienti”. Una hora más tarde, se recreará, paso por paso, toda una matanza tradicional, a cargo de la asociación de mujeres “Alavea”. Sobre el mediodía, tendrá lugar la subasta de las piezas del puerco sacrificado. Las trece horas es la señal indicada para que dé comienzo el Certamen de Tamboril y Gaita, organizado por Efrén Gómez Gómez, genial tamborilero e hijo de la alquería jurdana de La Aceña. Comarcanos y forasteros podrán deleitar sus oídos con los toques ancestrales emanados de la gaita y el tamboril de diversos miembros de la Asociación de Tamborileros de Extremadura y de otros procedentes de diferentes demarcaciones geográficas, invitados para la ocasión, y donde este año se estrenarán algunos alumnos de la Escuela de Tamborileros ubicada en la alquería de El Mesegal.
No se hará esperar el sustancioso yantar, cuando el personal le hincará el diente a las presas matanceras, bien regadas con la “polienta” (vino de pitarra) de la tierra. Y como de la panza sale la danza, pues a bailar todo el mundo bajo los sones de las charangas que recorrerán calles, bares y plazuelas. A media tarde, los veratos de “Efecto Verdolaga”, con su folklore postmoderno, instarán al personal a bailar y brincar, a fin de que éste se reencuentre con sus raíces de forma libertaria y heterodoxa. Luego, cuando la noche caiga, quedarán los ecos de los “Verdoláguh” pilongueándose del marceño firmamento de Las Hurdes:
“Allá va la dihpidía
con un ramu e verdolágah,
pa engordal a luh cuchínuh
y comel en ensalada”.
Nota: Esta actividad se programó originalmente para el día 10 de marzo, pero se ha aplazado al sábado, 24 de marzo, por motivos meteorológicos.
Publicado el 5 de Marzo de 2018
Para leer más de la columna A cuerpo gentil de Félix Barroso