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El chapuzón de San Bernabé en La Vera

Marzo se desgaja con la blancura inicial de los almendros y el aroma de las mimosas como heraldos de la primavera que se acerca de puntillas, casi sin querer arrinconando al frío y la nieve, con los cerezos en flor, los primeros rebrotes alimonados de los robles y el agua que, gracias a lo alto, viene fecunda y cantarina. Con ella se cumple de momento el popular refrán que canta: “Marzo lluvioso y abril ventoso hacen a mayo florido y hermoso”.

Pero marzo nos trae este año en su cola o rabo mojado la Semana Santa y la Pascua Florida, esas mini vacaciones, que en La Vera se celebran con procesiones, y sus tradicionales romerías que alcanzan abril y mayo con “San Isidro Labrador que se lleva la lluvia y trae el sol”.

Y hablando de santos y agua que es la alegría de todos, me viene a la memoria lo que se ha comentado entre el paisanaje con motivo de la sequía: En Jaraíz de la Vera, población eminentemente agrícola, para atajar la carencia o escasez de agua para los campos, se recurría al denominado “chapuzón de San Bernabé”.

Este consistía en sumergir desde lo alto en el agua de sita en la ermita del Cristo del Humilladero una pequeña imagen de madera dedicada a San Bernabé, a la que la devoción popular había asignado especiales méritos para lograr la ansiada lluvia, que era tanto como el maná caído del cielo para los israelitas por el desierto, el remedio para los males del hambre.

Para ello, la sacristana, señora Martina, se encargaba de atar la imagen del santo con una cuerda por el cuello, y desde lo alto de la fuente pegada a la ermita, chapuzaban al santo.

En la ceremonia de tal rito intervenía con la sacristana el pueblo fiel que rodeaba fuente. Desde arriba vociferaba la sacristana: “¡San Bernabé, va a llover o no va a llover!” Y el pueblo fiel congregado gritaba al unísono: “¡Chapuzón otra vez!”

Y con este rito pagano, sumergiendo a la imagen en el agua un sinnúmero de veces, se creía que el santo intervendría para que la lluvia llegase.

Esta tradición no es tan antigua, pues según las crónicas parroquiales hasta bien entrado el siglo XX no logró el párroco, en aquel tiempo D. Marcelo Giraldo Buhavén, erradicar tanto ésta como otras atrocidades o supersticiones peregrinas, como correr con las imágenes de los santos en las procesiones y otras de parecido sesgo.

Conclusión: que con San Bernabé o sin San Bernabé, tenemos agua por ahora, gracias a lo alto. Eso es lo que interesa. En estas mini vacaciones próximas de Semana Santa y Pascua Florida, si vienen por la Vera, mójense. Agua hay.

Publicado el 7 de marzo de 2018

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