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Ajo, cebolla y pimentón de la Vera

El gran prodigio de la vida es la capacidad de sentir que el ser humano disfruta mientras perdura su existencia. El hecho de quemarse con el amor, de tropezar con la propia conducta, de que te duela el dolor de otro, de enfermar de injusticia, de llorar con la pena y con la alegría, de engordar de generosidad, de enmudecer de respeto, de abrumar con cariño, de escayolar la fractura de un error, de extirpar el odio; en resumen, del hecho de abundar solo en las buenas intenciones se deduce inequívocamente que el ser humano que se vale de ellas está capacitado para sentir la vida.

Como de vida humana es de la que estamos hablando, habrá que admitir  que ésta incluye la infortunada imperfección. Será la razón por la que no todas las personas sienten todo lo bueno. Hay muchísimos personajes que a lo largo de su existencia han caminado por la vida derrochando virtudes que siempre se proclamaban en beneficio de los demás sacrificando el propio. Al relacionarlos, formarían una lista interminable que se vería reducida a un simple post-it de notas comparado con el resto de la humanidad. Uno, que en el invierno de su vida se confiesa más erróneo que acertado, lo confirma.

Quizá ahora, ya vencido por una sociedad desnortada, el ser humano se sumerge de lleno en la búsqueda del propio bien mediante el placer inmediato y sensorial, afanándose solo con las ventajas materiales que le facilita el hedonismo.

En tiempos, uno se lamentaba de no llorar cortando una cebolla, de no sentir el paladar escocido cuando mordía un diente de ajo y sobre todo de no compartirlo. Así hasta que me encontré un martes -el primero de mi vida placentina- la huerta extremeña casi a la puerta de casa. Una a fiesta matinal de manjares hortícolas que convierten la Plaza Mayor de Plasencia en un vergel de gustos y aromas. El ajo de aquí, la cebolla de un poco más allá y el pimentón de la Vera, entre otras especias, dieron a mis alimentos el sabor que necesitaba para despertar mis desaprovechados sentidos. Un placer natural, inmediato y asequible, un bien deseable para todos.

Publicado el 11 de marzo de 2018

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