Por lo que refieren algunos dichos y cuentan ciertas leyendas, en el subsuelo del término del pueblo de Aceituna hay grandes tesoros escondidos, mucha moneda de oro y plata y otras alhajas que dejaron los legendarios “móruh”, que nada tienen que ver con la etnia magrebí y otra gente de tez atezada o negroide de los tiempos actuales. Cuentan que “entri la peña Picorotúa y la Portilla del Palancal, hay muchu oru enterrau… pal que lo sepa encontral”. Y otros dicen que “entri loh Monehtériuh y Loh Linárih, corri un carru de oru con plata en sieti cohtálih”. Pero añaden que eso ocurre solo una vez cada siete años y tiene lugar la noche de San Juan de junio.
Leyendas que se contaban en los largos inviernos, en torno al fuego del hogar. Bajo ellas, subyacen misterios de nebulosas huellas de antiguas civilizaciones. Por ello, no resulta extraño que, desde tiempo inmemorial, los “canchaléruh” (vecinos de Aceituna, duros como las piedras pero con el corazón rebosando hospitalidad), al remover los huertos de esos parajes rodeados de una aureola mágica, encontraran la “piedra del rayu” o el “cachu puchero” donde cocía las patatas la “Mora” que se aparecía por la “Juenti la Galihtea”. Metiéndonos en la piel de historiadores, debemos remarcar que los vestigios desde épocas prehistóricas hasta visigodas y tardoantiguas se patentizan a cada paso que damos. Pero estos asuntos, de los que no hay que dar pistas a los piratas de la arqueología, los dejaremos para cuando levante el tiempo, después de que llueva con ganas (hasta ahora solo ha gimoteado algo) y las tardes se vuelvan primaveras florecientes.
Nosotros ahora vamos a contarles lo que los “canchaléruh”, dirigidos por la vara de alcalde que ostenta su vecino y profesor Josafat Clemente Pérez, tienen organizado para arremolinarse en torno a San Sebastián y lanzar muchos cohetes para mayor gloria del antiguo capitán de las cohortes romanas. El viernes, día 19, es la víspera y, después de la cena, se pondrá en movimiento la disco-móvil dirigida por la atinada mano de Dj Paco Santos, en la carpa municipal que se montará en la Plaza de la Libertad. El sábado, día 20 y auténtica efemérides del santo, no pueden faltar nunca la misa cantada y la solemne procesión en la que se “echará la bandera” (antigua ritual del que habría mucho que hablar y que nunca debe perderse), bajo los sones de la flauta y el tamboril, que para eso Aceituna es cuna de nobles y geniales tamborileros. Entre el día, mucho compadreo y comadreo, a la antigua usanza, y por la noche, gran verbena popular, con la orquesta “Destino”.
Al siguiente día, que cae en domingo, se celebra la jornada de San Sebastián “El Chicu”. Se repiten los actos religiosos, siendo los chavales los que transportan la imagen en la procesión. Antes de la hora de comer, se entregarán las becas para niños de tres a seis años, escolarizados y empadronados en el pueblo. La entrega tendrá lugar en la escuela infantil denominada, como no podía ser de otra forma, “El Canchal”. Un poco más tarde, se cristalizará otro tipo de entregas; en esta ocasión, las ayudas por nacimientos a los que vieron la luz del mundo en el año 2017. Por la tarde, habrá competición balompedística, donde la Unión Deportiva “Aceituna” demostrará lo engrasado que tiene sus tobillos. Le tocará después a la charanga “Selena” animar calles, plazas y bares, con todo el pueblo detrás bailando y brincando, que para estos menesteres los “canchaléruh” se portan solos. También hay que meter en dicha jornada el VIII Torneo “Tito Antón” prebenjamín de fútbol-sala, que se celebrará en el pabellón polideportivo municipal. Y, luego, ya se sabe: aquí, paz y, después, gloria: a esperar la matanza-carnavalera que viene de camino y que explotará con toda su carga de profundidad el 10 de febrero, que es decir lo mismo que el “Sábadu del Entrueju”.
Publicado el 17 de enero de 2018