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El “Día de acrihtianá al Niñu”

“Yo era mu chicu, un mozarangüelu, y entoavía m’arrecuerdu algu d’aquellu, que dicían qu’iban a acrihtianá al Niñu. Era el día del Añu Nuevu, y pol lo que tengu atronáu de loh de pa’tráh, de la genti  de ántih, era una fiehta pol tó lo altu”. (José García Domínguez, pastor y tamborilero)

Tío José García Domínguez, que fue genial y angelical tamborilero de Aceituna (Foto: F.B.G.)

José García Domínguez vino a ver la luz de estos mundos nuestros un día de Santa Mónica.  Por ello, me refería que él siempre decía para sí, cuando se iba a meter en la cama, aquello de “Santo Mónica bendita, madri de San Aguhtín, echalmi la bendición polque me voy a dormil”.  Abrió los ojos un 27 de agosto de 1918.  De vivir, cumpliría 100 años el próximo verano.  Fue pastor casi toda su vida.  Frugal, sencillo, curtido por mil vientos y mil soles, pero alegre como unas castañuelas cuando cogía su flauta y su tamboril y hacía bailar a todos los que tenía alrededor.  Formó parte de los muchos tamborileros que tuve el gran orgullo y honor de coordinar cuando acudíamos al Día de Extremadura, en la ciudad de Trujillo, o a otros eventos etnomusicológicos.  Tocaba como los ángeles con una flauta de olivo, que no le cogía envidia a aquellas otras, más sofisticadas, que comenzaban a comprar por la provincia de Salamanca numerosos tamborileros.

Fue él quien me habló del “Día de acrihtianá al Niñu” y al primeru que le escuché tocar y cantar el villancico pastoril de “Esta noche ha nacido/el rey del Cielo”, que me llamó poderosamente la atención porque me traía ecos de composiciones de Juan del Enzina o de Mateo Flecha “El Viejo”.

Mujeres tamborileras y “canchalérah”: en primer lugar, Felipa, hija de Tío José, y su paisana Montse Pérez Garrido (Foto: Juanma)

Y no íbamos muy descaminados, pues todo apunta a que ese villancico fue compuesto por un juglar anónimo a camino entre el siglo XIV y el XV.  Tío José tenía recuerdos muy nebulosos del “Día de acrihtianá al Niñu”, pero oyó contar a sus mayores que era una fiesta de las más notorias del pueblo, que se celebraba en Año Nuevo.  Por la cuenta, los quintos transportaban en unas andas a una imagen del Niño Jesús, a la vez  que iban bailando al compás de los sones del tamborilero.  El resto de los quintos iban repicando unas castañuelas adornadas con muchos madroños de lana coloreada.  Las quintas eran las encargadas de cantar el villancico en las dos o tres paradas que realizaba el cortejo procesional, que era presidido por la pareja de vecinos que se ofrecía para ser padrinos del Niño.  El padrino portaba una jarra con agua bendecida, y la madrina una vela.  De vuelta a la iglesia, se llevaba al Niño al baptisterio, donde se procedía a “acrihtianal-lu” (bautizarlo).  Después de la misa, mientras se cantaba de nuevo el villancico en compañía del tamborilero, tenía lugar la entrega de las ofrendas.  Se le ofrecían al Niñu chorizos, morcillas, huevos, dulces caseros, algún gallo e incluso algún vecino más pudiente entregaba algún cabrito o borrego.  Todo ello era subastado por la tarde, en la puerta de la iglesia, por los mayordomos.

“Canchaléruh” de Aceituna cantando el villancico pastoril (toda una joya etnomusicológica) en la villa portuguesa de Alpedrihna (Foto: Jorge Martín)

La Repelina

Al salir de misa, tenía lugar la “Repelina”.  Los vecinos eran invitados a lo que llamaban “el vinu del conceju”, que venía a consistir en buñuelos con miel, vino, aguardiente y un ponche especial que se hacía exclusivamente para este día.  Mientras tanto, los mayordomos, con toda la chiquillería detrás, iban recorriendo las calles del lugar y arrojando higos pasos, castañas, nueces y confites que se iban a comprar a Montehermoso.

El siempre recordado Estanislao Martín Domínguez, hijo de Casares de Las Hurdes y miembro de “Estampas Jurdanas”, también le grabó a Tío José sus toques y sus palabras en aquellos largos viajes en el autobús.  Un servidor hizo las correspondientes transcripciones.  Sus vivencias y sus recuerdos de la vida antigua y de modo particular sobre el “Día de acrihtianá al Niñu” podrían  sentar las bases para rehacer esta singularísima fiesta de clarísima factura pastoril.  Si la recreación llega a buen puerto, no es extraño que recibiera alguna distinción especial por parte de la Administración extremeña.

Grupo de “canchaléruh” que fueron a alegrar las calles de la villa de Alpedrihna en “Chocalhos: Festival dos Caminos da Transumância” (Foto: José María Domínguez Moreno)

El fin de semana comprendido entre los días 16 y 17 del pasado septiembre varios vecinos de Aceituna interpretaron con gran éxito el villancico en la villa portuguesa de Alpedrinha (concejo de Fundao), a pie de calle y sobre el escenario, como parte de “Chocalhos. Festival dos Caminos da Transumância”.  Participaron los “canchaléruh” Montserrat Pérez Garrido, Frutos Pérez Rina, Puri Domínguez Hernández, Candela López Pulido, Miguel López Domínguez, Anastasia Antón Hernández, Concepción Garrido Rina, Matilde Pérez Garrido, Bonifacio Domínguez López, Valentín Garrido Pérez, Eugenio Domínguez Clemente, Tania Domínguez Pérez y Paula Domínguez Pérez.   Tío José y otro paisano suyo (su nombre se nos fue de la memoria) le añadían aquella estrofa de “En Nochigüena nace/entre las pajas/y el día del Año Nuevo/se le acristiana”.  Y también aquella otra que decía: “Los lobos rabiosos/se han espantado;/los aleja el Niño/con su cayado”.

Tío José se nos fue al poco de alborear el siglo XXI, en la festividad de San Salvio y Santa Honorata.  Dejó el legado de tamborilero en manos de su hija Felipa.  No siempre iban a ser varones los que tocaran el tamboril y la flauta.  Felipa rompió la cadena.  Lo que haga falta, con tal de que la tradición no decaiga.  Ahora les toca a los quintos “canchaléruh”, que, como bien me comenta mi buen amigo Antonio Pérez Durán, “ya ni siquiera pidin el chorizu el día de San Esteban, el que cai dispuéh de la Navidá”, coger el testigo y, junto al grupo formado en torno a la tamborilera Montse Pérez Garrido, sacar de las cenizas la  gloriosa fiesta del “Día de acrihtianá al Niñu”.

Foto-documento: Tío José, con sombrero, rodeado por los quintos de Villa del Campo (Foto: “El Fotógrafo del Campo”)
Plaza del Tamborilero, en Aceituna (Foto: Juanma)

Publicado el 30 de diciembre de 2017

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