
Antes de llamarse Pinofranqueado, era El Pino, a secas. Todo apunta, según viejas crónicas, que el topónimo se debe a un hermoso ejemplar de “pinussilvestris”, de unos 30 metros de altura, que se levantó en tal lugar. Los estudios de algunas turberas de montaña de la zona muestran registros polínicos sobre la existencia de pinos silvestres hasta la Edad Media. Luego, fueron desapareciendo por causas que desconocemos. Lo que vino después, la masiva y abusiva repoblación con un árbol alóctono como el “pinuspinaster” (una variedad que nunca existió en la comarca), realizada arbitrariamente durante la dictadura franquista, vino después y es otra polémica historia.


Lo de “Franqueado” se origina cuando las llamadas “Dehesa de la Zambrana (o Cembrana)” y “Dehesa de la Meancera”, dependientes de la Villa y Tierra de Granada (hoy, despoblado de Granadilla), logran ser francas; es decir, libres, autónomas e independientes. Lo consiguieron el 28 de enero de 1528. El escribano Juan de Obregón, asentado en la villa jurdana de El Casar de Palomero, daba fe del hecho: “Concejo e homes buenos de la Dehesa de Lo Franqueado: os hacemos saber que por el Consejo del Duque, mi Señor, se vio la petición de esa vuestra parte e vos damos licencia para que podáis jurtarvos a son de campana tañida e hacer concejo abierto y hagáis vuestras ordenanzas cuales convengan, e se cree Alcalde en El Pino con su vara e jurisdicción para resolver pleitos de 500 maravedises”· La autonomía les costó 18.000 maravedíes y 80 pares de perdices anuales, a censo perpetuo.

Redimidos de impuestos y gabelas, los pinofranquenses se lo montaron a su aire y le dieron mayor empaque a sus fiestas tradicionales. Sabido es que el culto a la Santa Cruz hay que remontarlo a tiempos muy antiguos, relacionados con el cristianismo primitivo, pero no sería hasta el siglo XVII cuando comienzan a levantarse ermitas que albergaban la talla de un Cristo que recibía los más diversos nombres. El de Pinofranqueado fue bautizado como Cristo de la Salud y su fecha de celebración, como en tantos otros pueblos, sería y sigue siendo el 14 de septiembre. Otro Cristo más se venera en el mismo concejo: el de la Esperanza, en el pueblo de Ovejuela, que lo conmemoran por todo lo alto el primer fin de semana del citado mes.

La fiesta
Este año los mayordomos del Cristo son María del Pilar Alcón Castillo y su marido José González de Cáceres, quien tuvo la vara de la alcaldía de Pinofranqueado durante varios años, además de la presidencia de la Mancomunidad de Las Hurdes. Todo está en su punto para que el día 14, como cosa acostumbrada, los vecinos se vayan levantando conforme escuchen las melodiosas notas de la gaita y el tamboril, entonando las típicas “arboráh” y otras dianas floreadas de la comarca. Será el joven tamborilero Saúl Barroso Azabal el que las desgrane por calles y plazuelas.


A media mañana, las campanas repicarán con redoblado alborozo, llamando a la solemne misa y a la concurrida procesión, donde un nutrido grupo de vecinas, vistiendo las galas tradicionales con sus hermosísimos bordados jurdanos, escoltarán a la Imagen del Cristo. No faltará la coral “El Pescador”, integrada por gente del concejo, que cantará la “Misa Jurdana”. Esta coral ya tiene merecida solera. Todos sus miembros, tanto hombres como mujeres, lucen el auténtico traje de la comarca jurdana y han rescatado interesantes piezas del corpus cancioneril de estos antiguos pueblos. Y una vez terminen los actos religiosos, como ritual propio de las fiestas que se precien, vendrá el compadreo y comadreo por las tascas y mesones de la localidad, en torno a los buenos caldos y los mejores aperitivos. La jornada se cerrará con la consabida verbena popular, a cargo de la orquesta “Pulsaciones”. Al día siguiente, continuará otros actos religiosos, que por algo el pueblo de El Pino es considerado el más beato de toda la comarca. Un dicho que oímos a un señor ya entrado en años de una población cercana afirmaba que “en El Pinu, son tan beátuh que llevan a misa a loh pérruh, a loh búrruh y a loh gátuh”. También en este día se organizará una actividad denominada “Tiro simulado”, dirigida especialmente a los cazadores de la zona.
Resumiendo, unas entrañables fiestas, a la manera íntima y recogida de las antiguas conmemoraciones patronales, donde las mayordomías llevaban la voz cantante y la confraternización servía para reciclar y estrechar los vínculos vecinales de todo el concejo. Y de paso, para estrenar algo de ropa e hincar el diente a ciertos manjares que no frecuentaban la mesa el resto del año.
Publicado el 8 de Septiembre de 2017