En el voluminoso Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, publicado por Pascual Madoz Ibáñez entre 1846 y 1850, se define así al pueblo de El Robledo de Pinofranqueado (“El Robreu del Pinu”, en el habla astur-leonés de la comarca): “Alquería en el partido judicial de Granadilla, término de Las Hurdes. Situada en la pendiente de una sierra. Tiene 14 casas como todas las del país. Población: 13 vecinos”. Posiblemente, el estadista y geógrafo pamplonica se equivocó en el número de vecinos, pues hemos visto un censo del siglo XVIII donde se le otorga a dicha alquería 161 almas.
En el mes de julio, El Robledo celebra sus fiestas patronales en honor de la Virgen de Fátima, la misma que fue impuesta en otras alquerías jurdanas por el abundante clero comarcal, sin que hubiese la mínima tradición a la mentada virgen. No hay que olvidar que la comarca jurdana fue, secularmente, tierra de misión, como si se tratase de una perdida tribu africana, y donde curas y monjas hacían y deshacían a su antojo, mandando incluso más que los propios alcaldes. Pero aquellas campañas de revangelización no debieron dar apetecidos frutos, a tenor de las muchas quejas que los párrocos remiten al obispo de Coria.
Pues, ahora, en la jornada del día 15 de julio, se ha articulado toda una manifestación no solo festiva, sino cargada de flecos socioculturales en torno al mundo rural jurdano. Quizás, el encabezamiento del cartel anunciador no sea muy acertado, ya que el epígrafe habla de “100 Años de Tradición Apícola”, cuando la realidad es que ya hay documentos del siglo XVI que hablan de la gran importancia del trato con colmenas a lo largo y ancho del territorio jurdano. Incluso en unas pinturas prehistóricas y rupestres halladas por estas montañas se ven a estilizados antropomorfos trajinar con panales silvestres. Además, hay un viejo dicho en la zona muy significativo: “En ehta tierra puta, el que no trabaja no manduca, y el que quierá manducal, con cábrah y corménah ha de tratal”.
La jornada en sí se abrirá a las once de la mañana, con una elaboración en vivo y degustación de aguardiente. Suponemos que será aguardiente de miel. No sabemos si también se habrá guardado algún tinajón con madroños macerados, de donde se extraía el aguardiente que comúnmente se bebía en la antigüedad por estas tierras, no muy aptas para los viñedos. A esa hora también se abrirá la exposición de utillaje apícola y se proyectará un vídeo sobre el mundo de los colmeneros jurdanos. Posteriormente, se llevará a cabo una demostración y exposición en directo del proceso tradicional de extracción de la miel, así como de las actuales tecnologías que se emplean para dicho fin. Un rato más tarde, se girará una visita a un colmenar simulado en las inmediaciones de la alquería. Luego, los golosos se arrimarán en torno a la cata de mieles, por si pueden untar el dedo, al igual que en la elaboración de dulces típicos de la comarca, como esos “matajámbrih” o “briñuéluh”, siempre bien regados por esa dulcísima sustancia de las abejas, capaz de convertir en exquisitos bocados los alimentos más escatológicos. De aquí aquello de “cagajónih con miel, saben mu requetebién”.
A la hora en que las tripas echen a gruñir, habrá una comida de hermandad: paella, cochinillo al estilo portugués (¿no lo habrá acaso al estilo jurdano?) y sardinada. Todo ello regado por buen vino y animado por los sones de una charanga. Resulta extraño que no se hable de los tamborileros jurdanos, cuando se acaba de crear una escuela comarcal de tamborileros en la alquería de El Mesegal, auspiciada por las Administraciones públicas, que afirman su interés en potenciar la figura de tales músicos populares y que no pueden faltar en fiesta o evento alguno que se precie, al menos en lo que atañe al territorio jurdano.
La Diputación Provincial de Cáceres, la Asociación para el Desarrollo Integral de la Comarca de Las Hurdes (ADICHURDES) y la Red de Centros de Interpretación de la provincia cacereña han aportado su grano de arena para que todo llegue a buen puerto. Es lo que esperamos y que la miel de Las Hurdes y sus derivados sigan endulzando los paladares del mundo entero, haciendo de esta fiesta toda una manifestación cultural del mundo rural de estos pueblos y todo un hito para un desarrollo del turismo integral y sostenible.
Publicado el 9 de julio de 2017