El hallazgo del Turuñuelo en Guareña fue tan sorprendente, que desde el 2015 en que se documentó la habitación principal, de unos 70 metros, hemos ido conociendo tras las huellas de los Tartessos en el Turuñuelo de Guareña el resto de estancias, como el vestíbulo y la habitación situada al sur de la edificación.
Los trabajos actuales son los terceros que se realizan y en este proyecto trabajan alumnos procedentes de centros universitarios de toda España. Aún quedan años de labor arqueológica en un yacimiento que, con la necesaria financiación, conseguirá sacar a la luz todo su potencial. Actualmente, los trabajos se desarrollan gracias a un proyecto I+D del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, la Diputación de Badajoz y la Consejería de Economía, Competitividad e Innovación de la Junta de Extremadura. También es importante señalar la extraordinaria información que aportan los alumnos que deciden centrar sus tesis doctorales en este espacio.
Un final de película en Cancho Roano, otro sitio entre el mito y la historia
Los pobladores del Turuñuelo rellenaron el edificio y lo sellaron para impedir profanaciones. “Lo de sellar es una característica mediterránea, aparece en el próximo Oriente, como una manera de proteger algo que tú abandonas con material dentro. La forma más fácil de proteger algo así del expolio o la violación es rellenarlo completamente y poner una gran capa de adobes. En este caso los adobes son amarillos y se observan muy bien, igual que en Cancho Roano”, expone la arqueóloga, Esther Rodríguez González.
Cancho Roano es otro de esos puntos rodeados de misterio. Y es que Tartessos, pueblo del que somos herederos, siempre ha caminado entre el mito y la historia. Aunque su existencia no se pone en duda, todavía existe debate científico sobre algunos aspectos relacionados con su desarrollo. En concreto, Cancho Roano se ha convertido en uno de los puntos más proclives a la leyenda.
Según Manuel Pimentel, autor de la obra Leyendas de Tartessos de la editorial Almuzara, esto no es casualidad. Las evidencias que la arqueología ha puesto de manifiesto en este yacimiento situado en el término municipal de Zalamea de la Serena nos hablan de un desenlace de película.
A finales de los 70, cuando comenzaron las excavaciones en Cancho Roano, los arqueólogos se encontraron con un santuario de grandes dimensiones que conservaba todo el ajuar dentro. Al parecer, fue tapado y abandonado por quienes lo regentaban, que podrían haber optado por la vía de la destrucción antes que la profanación a manos de tribus llegadas del norte. “Dejaron todo el ajuar, rellenaron el espacio con tierra, pusieron una capa de jara y lo prendieron fuego. Fue una destrucción ritual, una hecatombe. Comieron, bebieron hasta saciarse, lanzaron los restos de los animales a los fosos y sacrificaron los caballos. La abundante orfebrería ecuestre que apareció en el santuario demuestra que el sacrificio de los caballos fue litúrgico, ritual. No se los comieron”, me comentaba Manuel Pimentel durante una entrevista que me concedió con motivo del lanzamiento de su libro.
Este centro económico y religioso de la antigüedad, me explicaba el escritor, acogía los sacrificios rituales en la parte más sagrada del edificio, en un altar que todavía puede ser contemplado por los visitantes. “Posiblemente una vez al año, con la llegada del verano, celebraban una fiesta en honor de la diosa. Sacrificaban a algún animal y recogían su sangre para honrar a alguna deidad femenina”, en sus propias palabras.
Un misterioso ritual en el Turuñuelo
En el Turuñuelo también realizaron una destrucción ritual. Esto es lo que piensan los arqueólogos a tenor de lo que se observa en el yacimiento. “Hay un altar, pero seguramente no era para sacrificios, sino más bien para comer, puesto que cerca se han encontrado conchas de río y pequeños huesos. Sí creemos que hubo algún rito durante el proceso de sellado porque se han identificado los restos de un gran banquete, igual que ocurre en Cancho Roano. En la habitación sur, que es la que nosotros llamamos ‘la habitación del banquete’, han aparecido una cantidad de bronces maravillosos: el caldero, la parrilla, juegos de anzuelos, asadores, jarros, copas para beber vino, cerámica griega de imitación, etc.”, asegura la codirectora de la excavación.
¿Qué ocurrió realmente? ¿Por qué decidieron abandonar enclaves como Cancho Roano o el Turuñuelo de manera tan repentina? Las respuestas, en la siguiente y última entrega.
Lee también
Tras las huellas de los Tartessos en Guareña (I)
¿Por qué abandonaron los Tartessos tan repentinamente el Turuñuelo? (III)
Texto de Lourdes Gómez para su columna Extremadura DesVElada
Publicado en junio de 2017