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Primera “Fiesta del Cabrito” en Caminomorisco

Jesús Garzón Heydt, más alto que un chopo y con raíces en el pueblo cacereño de Cadalso de Gata, fue director general de Medio Ambiente de la Junta de Extremadura entre 1984 y 1987. Rápidamente, se percató de los valores que encerraba la comarca de Las Hurdes y barajó tres importantes proyectos: rescatar el bosque autóctono, crear un museo viviente en la alquería de La Horcajada y salvaguardar la cabra jurdana con la creación de una granja-escuela en el paraje de “La Vega del Cantu”.

Cabra “laneca”, utilizada por Luis Buñuel para su tendencioso montaje en 1932 (“Tierra sin pan”).

Pero Jesús tenía el corazón muy grande y una honestidad a prueba de bombas.  No valía para las contemporizaciones y trapicheos de la política, que no siempre es sana y virtuosa y, en cuando sintió en sus carnes las zancadillas y las puñaladas traperas, abandonó el barco y los proyectos pasaron a mejor vida.Años más tarde, cuando La Horcajada ya se había convertido en un bodrio modernista y su arquitectura tradicional era una completa ruina, se iniciaron las primeras repoblaciones con especies autóctonas.

La cabra jurdana, reliquia de aquellos ejemplares que quedaron aislados (alguna subespecie de cabra montesa) en los altos cordales de Las Hurdes, fe quedando reducida a la mínima expresión, muy alterada por la introducción de nuevas especies caprinas.  A día de hoy, se pueden contar con los dedos de la mano las cabras realmente autóctonas que quedan.  Cabras que los jurdanos llamaban “lanécah”, por tener abundante pelambrera en sus cuartos traseros, con la que los habitantes de estas serranías fabricaban recias sogas y otros aperos.  Cabras de macizo y musculoso cuerpo, patas cortas y con una capa tirando a “berrendu colorau”.  Los machos cabríos, con un gran tupé entre los cuernos.  Grandes andarinas y ágiles escaladoras entre los abismales riscos pizarrosos de las cordilleras jurdanas.  Parece ser que algunas quedan por el Valle del río Esperabán, y un hato más numeroso por el Valle del río Malvellido, pastoreadas por el cabrero Marcos Mateo Iglesias.

Antiguo poblado pastoril de El Moral, cercano a la alquería jurdana de Horcajo (Foto: “Hache Aspirada”)

Temiendo lo peor y no queriendo que a esta cabra le ocurra lo mismo que a la vaca “cachana”, también autóctona del territorio jurdano y que ya extinguió por completo, un grupo de quijotes se ha lanzado a la ardua tarea de salvaguardarla, ponerla en valor y cantarle la caña a los responsables de los servicios forestales.  La Administración ha reducido a la mínima expresión los terrenos susceptibles de ser pastados, lo que es toda una anacronía y atentatorio contra miles de hectáreas comunales (no del Estado ni de los Ayuntamientos) donde, antes de la abusiva e interesada repoblación forestal con especies alóctonas, pastaban alrededor de 30.000 cabras.

Entre estos quijotes, se encuentra Fernando Pulido Rodríguez, doctor en Ciencias, profesor de la UEX, responsable del Proyecto Mosaico Alta Extremadura y muy vinculado a Las Hurdes.  Juan Serna Martín, que pasó de agricultor a consejero de Obras Públicas en la Junta de Extremadura en 1983, pero en 1986 también se largó porque sus ideales eran incompatibles con el mantenimiento de centrales nucleares en suelo extremeño.  José Manuel Sanz Timón, presidente de la cooperativa “Unión de Productores del Caprino” (UNIPROCA).  Todos ellos, junto con el cabrero jurdano Marcos Mateo, y previo el saludo de Gervasio Martín Gómez, alcalde de Caminomorisco, disertarán el día 4 de junio, domingo, en el paradisíaco paraje de “La Labiá”, por donde discurre el río Alavea.  Auténtica jornada de convivencia y de apoyo al consumo de cabrito en Extremadura.

Macho cabrío de auténtica raza autóctona jurdana (Foto: Alberto Gil)

La mañana se abrirá con el toque de varios tamborileros jurdanos, los cuales aprendieron a tañer la gaita y el tamboril careando las cabras por el monte.  Aparte de las charlas coloquios, se proyectará el vídeo “Los cabreros de Las Hurdes”.  Al finalizar, todo el que lo desee recibirá un plato de caldereta de cabrito jurdano, con su guarnición correspondiente, pan y vino.  A fin de evitar cierto “turismo gastronómico”, que solo acude a determinados eventos con el fin de llenar la andorga gratuitamente, importándoles un rábano los actos socioculturales que se programan, habrá que aportar la módica cantidad de 3 euros por plato consumido.

Con esta iniciativa se pretende de modo fundamental salvar de la extinción la cabra jurdana.  Las palabras del naturalista y bloguero Alberto Gil Chamorro con muy claras y contundentes al respecto: “¿Cómo puede ser que la raza autóctona de la comarca, productora de su más valioso producto gastronómico,  esté al borde de la extinción?  ¿Cómo puede pasar en una comarca que busca destacarse como un producto turístico diferenciado?  ¿Cómo puede pasar en la Europa de la PAC y los FEADER?  ¿Cómo puede pasar esto en el siglo XXI…?

Publicado el 2 de junio de 2017

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