
Todo apunta a que el término “vetón” tiene que ver mucho con la voz céltica “uikta”, que podemos traducir por “lucha”. O sea que aquellos prerromanos de la Edad del Hierro que se movían por estas latitudes donde Tierras de Granadilla se hermana con la Trasierra, formando un todo mancomunado, los vetones, venían a ser “hombres de la guerra”.

Pastores-guerreros, que es más de nuestro gusto. Y éstos levantaron el poblado de Cáparra (cuyo topónimo es claramente indígena) antes que el imperialismo romano se viniera a enseñorear de estos montes y valles. Pastores-guerreros que permanecían unidos por antiguos vínculos sociales (la “gentilitas”). Clanes asociados en torno a un antepasado común. Vivían en castros fortificados, laboreaban en el duro granito figuras zoomorfas, sobre todo de verracos y toros y sus cerámicas se destacaban por sus vasos troncocónicos y ollas globulares, con decoraciones metopadas, reticuladas, en “escalera oblicua” y fitomorfos.


Le plantaron cara a Roma y, por su rebeldía, según nos cuenta el escritor, científico naturalista y militar Gayo Plinio Segundo o Plinio El Viejo en su “Naturalis historia” allá por el siglo I de nuestra era, Cáparra pasó a ser un “oppidum stipendiarium”. Es decir, que por sus pecados y altanarías, los caparrenses cargaron con el sambenito de tener que pagar un “stipendium” a Roma, obligados a acatar su autoridad.
Hasta época del emperador Vespasiano, Cáparra no alcanzó el título de “municipium”. La estratégica situación de la “cívitas caparrensis”, cruzada por la Vía de la Plata, dio lugar a su gran expansión y florecimiento. Durante siglos, se ha mantenido en pie el famoso arco “tetrapylum”: un arco cuadrifonte y único en España, donde confluían las dos calles principales: el Cardo y el Decumano. La huella primitiva aparece en el cognomen “vetto” (vetón), presente en muchas lápidas funerarias o votivas. Los caparrenses romanizados lo ostentaban con orgullo, como signo de prestigio o de vinculación a su antiguo origen.

Floralia en Cáparra
Entre las huellas del pasado que tan generosamente se palpan, se huelen, se ven y se saborean en lo excavado y por excavar de esta suntuosa ciudad, se ha venido, desde hace un puñado de lunas, celebrando la fiesta de La Floralia. El pasado año algo falló y nos quedamos sin esta conmemoración que el pueblo romano celebraba en honor de la primavera y de la diosa Flora, caracterizada por su espíritu transgresor, desenfadado y libertino. Pero hogaño todo ha vuelto a su redil y ya el viernes, día 2 de junio, entre las 12 y 14 horas, se han programado talleres infantiles y la actividad “Arqueólogo por un día”, destinados a colegios. Por la tarde, actividades semejantes pero para todo el público.
El sábado, día 3, la actividad “Nautilius” (viaje en barcos de vela por el embalse de “Gabriel y Galán”) iniciará el embarcamiento a eso de las diez de la mañana. Más tarde, el consabido acto oficial y, luego, una “Ruta Teatralizada”. Se sucederán los “Cuentaclásicos”; el “Salón Flora”, con sus talleres de vestuarios y costumbres latinas. Cuando al personal comiencen a sonarle las tripas, se dará paso a una actividad relacionada con “La Nutrición romana”.

Vendrá, después, la “Lucha greco-romana”, otra ruta teatralizada y un pasacalles o desfile marcial de legionarios del Imperio. Finalmente, a medida que sol vaya bajando, habrá todo un espectáculo de música y danza romanas, a cargo de la Orquesta de la Diputación de Cáceres y la Escuela de Danza “Santa Ana”, de Plasencia.
Esperamos, como anunciamos hace un par de años, que las bandas pastoriles y guerreras de los Rucones (pueblo mítico que se extendió por Las Hurdes y zonas aledañas) irrumpan en la ciudad de Cáparra y se llevan presas a las élites romanas y romanizadas al inaccesible castro de Lama, escondido entre sus fragosas montañas.
Publicado en mayo de 2017
3 comentarios
Buen derroche de dineritos públicos para los tiempos que corren oiga
Para derroche, los miles de millones robados por los ladrones de cuello blanco y a los cuales y a sus mentores les siguen votando toda un multitudinaria legión de borregos indocumentados, acríticos, incultos y masoquistas de la España profunda, haciendo bueno el refrán de que “no solo el delincuente es el ladrón sino también el que le da la llave para abrir el cajón”. ¡Salud!
Esto mueve la economia, no como el dinero que se le regala a iglesia.