Pocos musicólogos se atreven a contar de forma coherente e histórica el nacimiento, el desarrollo y la evolución de un género musical que un pincha discos radiofónico llamado Alan Freed bautizó como rock & roll. La dificultad estriba que para comprender el rock antes bailarlo, escucharlo o cantarlo hay que remontarse a la primitiva forma de comunicarse de las gentes de raza negra, aquella que dio lugar muchos años después al jazz y al blues. Si no fuera por aquellas músicas de origen africano hoy nadie podría disfrutar de la música pop en todas sus variantes. Esos acordes y aquellas partituras –además de las que nos aportan los compositores de la música culta, también llamada clásica- son las nos acompañan a marcar en nuestro recuerdo y ánimo momentos muy especiales, tanto en lo alegre como en lo melancólico. El filósofo alemán Friedrich Nietzsche llegó a afirmar que la vida sin la música sería un error, un exilio. Claro que sin llegar a esos extremos y tal como uno vive -con los audífonos metidos en las orejas- es evidente que nuestras costumbres y comportamientos sociales serían ostensiblemente distintos sin ella.
En base al pliego que me acabo de tirar, tendremos que estar de acuerdo que no es usual que un grupo musical como TRAS nos cante rock and roll además de contar parcialmente su historia. Los chicos, algunos de ellos placentinos, que forman The Rock Anthology Society no se conforman solo con darle al punteo eléctrico, a la acústica, a la batera y a rocanrrolear. El caso es que este grupo ilustra la música que interpreta explicando sus orígenes y variaciones. No se los pierdan, cantan y cuentan el rock por muchos lugares, y ahora también en Plasencia.
El concierto es en Cosa Nostra el viernes, 24
Texto y Foto de Alfonso Trulls para su columna Impresiones de un foráneo
Publicado el 23 de Febrero de 2017