
Termina noviembre, un mes marcado por la llegada del Emperador Carlos V a Extremadura y La Vera, donde llega, concretamente a Jarandilla, el 12 de noviembre de 1556, con los días contados para la celebración de la Inmaculada y los famosos Escobazos, el día 7 de diciembre, que ya se celebraban en aquel tiempo.
Previamente el día 11, pernoctó en Tornavacas, (nombre preferido por sus habitantes al antiguo de Villaflor de las Cadenas) y la localidad celebró esta fiesta dentro del programa general del Valle del Jerte sobre la Otoñada 2016.
Este año, la llegada y pernoctación del Emperador y su cortejo en Tornavacas se ha celebrado el día 19. Y, dentro de la programación, que incluía la recreación de la solemne entrada y recibimiento de Carlos V, al que acompañaba un mercado ambiental de la época, conferencia, música, visitas guiadas por la localidad y degustación de platos típicos, todo ello organizado por el Ayuntamiento, a mí me tocó pronunciar la conferencia sobre Carlos V y las mujeres o las mujeres en la vida de Carlos V, que es el título de uno de mis libros dedicados a su persona.
Conocía Tornavacas de paso pero la ocasión me ofreció la oportunidad de acceder, aunque fuera por poco tiempo, a su interior: no solo a su arquitectura sino también a vivir la hospitalidad de su gente.
Y así, de la mano de su joven alcalde, José Antonio Recio, y el dinamizador cultural, procedente del mundo del teatro, Germán Mira de Cabo, junto con otros paisanos visitamos su bella iglesia, contemplamos el paraje del municipio cercanos a la Garganta de los Infiernos, y recorrimos algunas de sus empinadas calles y, entre ellas, en la que está ubicada la casa en la que pernoctó Carlos V antes de atravesar la sierra hasta llegar a Jarandilla, camino de Yuste.
En la conferencia hablamos de esta semblanza pero nos referimos especialmente el tema elegido para la charla-coloquio, sobre el Emperador, y las mujeres que le rodearon. Mujeres con las que se educó, a las que él respetó, cuidó y puso al frente de cargos de responsabilidad y gobierno: a su tía Margarita de Austria, a su esposa Isabel, a varias de sus hermanas, a su hija Juana, a su abuelastra Germana de Foix, etc. aparte del respeto y consideración que siempre tuvo con su madre, conocida por Juana la Loca, que a pesar de sus perturbaciones, siempre ostentó su título de reina. Como conclusión, después de un breve recorrido por las relaciones con estas y otras mujeres, destacamos la relevancia y personalidad de la figura del Emperador, adelantándose en la importancia y papel de la mujer en los estamentos de aquella sociedad y aquellos reinos, sobre todo los hispanos, contra el machismo, imperante aún hoy, pero preponderante en aquella época.
Un personaje, en suma, que hemos de cuidar en nuestra tierra, a donde quiso retirarse, un mes de noviembre de 1556, hace ahora 460 años.