Aunque no frecuentes las administraciones de loterías estatales, una visita de vez en cuando puede llevarte a engrosar discreta o brutalmente tu cuenta corriente bancaria. Una ilusión con frenesí dinerario. Uno piensa que tres cuartas partes de la población de este hermoso y necesitado país juegan a jugar a lo que toque, aunque sea un algo para solventar o aliviar cualquier mal o necesidad. A nadie le vienen mal unos abundantes euracos para disfrutar con lo desconocido o solventar lo que ya viene a ser bastante pendiente. A la otra cuarta parte del país no le debería tocar nada porque ya fueron ricos antes y ahora se han reconvertido en milmillonarios. Y es que a algunos no se les acaba el peculio ni tirándolo.
Los que lo cuentan escaso tendrán que tentar a la suerte, y si es con un boleto en el que aparece una vista general y aérea de Plasencia más que mejor. Mira por donde la posibilidad de forrarse está impresa en un cupón con imagen placentina. Y es que la ONCE -además de aliviar la vida de trescientos discapacitados placentinos- nos da la oportunidad de pagar el casoplón o la keli, probar un vinazo muy Reserva, o también comprarnos un Seat 600 rectificado y marchoso con el que disfrutar viajando por los preciosos lugares de España que no se han visitado. Un decir, un suponer con fantasía.
El próximo día 25 de octubre más de cinco millones de españoles podrán optar a sonreír con un premio bastante gordo impreso en un bonito cupón ilustrado con esta bella ciudad. A comprarlo ya, a ver si toca.
Texto y foto de Alfonso Trulls para su columna Impresiones de un foráneo
Publicado el 22 de Octubre de 2016