La Vera estalla en este mes de agosto como una festiva piñata multicolor llena de sorpresas. Cada año, las poblaciones se esmeran en sus actividades lúdicas, deportivas, culturales y de ocio. Y aunque las tenemos in mente, nos estallan en las manos con la dulce ilusión y el premio que reporta a quienes las viven. Entre ellas, en estos días primeros de agosto se celebra en Garganta de la Olla, una semana cultural dedicada a la Serrana de la Vera. Entre sus actividades se cuenta con el teatro, la danza, el deporte (con la ruta hasta cueva de la Serrana), y este año con la presentación de la novela ”La Serrana de la Vera y el Emperador Carlos V”, de la cual soy autor. Por lo que me atañe, informo que el acto tendrá lugar el viernes, 5 de agosto, a las 7.00 horas de la tarde, en la sala de cultura garganteña.
La historia o leyenda de la Serrana de la Vera, tal y como la presenta el copioso abanico del viejo romancero popular, no es solamente la truculenta narración de unos hechos supuestamente acaecidos en el entorno de la población de Garganta referentes a una humilde joven deshonrada, despechada y herida, como protagonista, sino también la exaltación de unos valores como los del amor entregado, inocente y desinteresado, el amor en su estado más puro, y otros, que hoy pueden parecer mojigatos pero que no por ello se eximen de soportar una carga que conlleva el insulto, la humillación y la falta de respeto con la mujer. Y nos da igual que sea una realidad histórica mitificada o un mito transformado en realidad historificada.
Con la narración de esos hechos, o entrelazados con ellos, desfila pareja la crónica de los últimos años de la vida del Emperador Carlos V en Yuste, expuesta con todo tipo de detalles, lo que da veracidad a la obra, ensartada con fechas y acontecimientos históricos curiosos, perfectamente comprobables, que constituyen el marco idóneo para el contracte entre el poder, representado en esta ocasión por un militar embaucador y la inocencia confiada representada por una joven y hermosa pueblerina. Al mismo tiempo la obra–ensayo, presentada de forma novelada (con el fin de hacerla más digerible al lector) permite la sublimación de la tierra serrana, Garganta y su entorno, con sus encantos, su naturaleza viva y sus valores primigenios, tantas veces vituperados y mancillados por los intereses materiales y la brillantina mundana. Ella, la Naturaleza, bajo su óptica más honesta, tal y como se describe, constituye el antídoto o la farmacopea contra los numerosos males que aquejan a una sociedad como la de hoy, marcada por el asfalto y la contaminación, el egoísmo y el afán de poder. En este mismo sentido es ejemplo también el Emperador Carlos V, que abandona el lujo y poder de la vida cortesana, en pro del silencio, la paz y la serenidad que rezuma el escondido rincón de Yuste, donde se construye una casa, aunque se nomine “palacio”, a la medida de sus necesidades, sin más pretensiones. Por lo que esa conducta, venga de arriba o de abajo, de un emperador o de una plebeya, es cuestión más que de riqueza o pobreza, de actitudes o un tipo de filosofía vital.
El desarrollo de la vida novelada de la hermosa serrana garganteña, tan obstinada como dueña de su vida, nos ofrece la ocasión de conocer de manera detallada la vida de Carlos, el dueño de casi medio mundo, en aquel paradisíaco rincón de Yuste, con toda su riqueza de detalles y anécdotas: sus placeres preferidos, la distribución de las horas, la dedicación a los diversos menesteres, sus variadas colecciones, sus caprichos culinarios, las personas que le rodean, los libros que lee, la música que le deleita, el arte que le envuelve, el amor a las cosas pequeñas y las labores sencilla como el cuidado de sus flores y las plantas, el cariño a los animales, sus diversas enfermedades y remedios, el proceso de su extinción y hasta las inquietudes postrimeras que le preocupan, de las que no logra desvincularse.
Concluyendo podíamos decir que la novela–ensayo, aparte de su narrativa, según los consabidos hechos acaecidos, aporta una serie de valores frescos, ejemplarizantes y de fácil lectura entre la leyenda y la historia, el amor y el desamor, el engaño y la venganza. Poetizando este tramo de historia y leyenda aún hoy, cualquiera que visite el escenario de esta novela puede palpar la presencia de esos dos espíritus tan controvertidos pero auténticos: la humildad del hombre poderoso y el orgullo de la sencilla serrana.
Pero la Serrana de la Vera no es más que el aperitivo de sorpresas que le esperan al estallar esa gran piñata de agosto en esta bella y variopinta comarca.
Publicado el 1 de agosto de 2016