El viejo juego -ahora revitalizado con mezcla de lo virtual y lo real- tiene un guión, un desarrollo parecido al entramado de la sociedad en la que nos desenvolvemos con todo aquello que hemos aprendido. Es decir, que seguimos las instrucciones que se incluyen en nuestra educación aunque con un alto grado de desconocimiento sobre ciertas circunstancias de la vida que jugamos. Vamos, que en muchas ocasiones tenemos que encarar determinadas situaciones personales y sociales con los elementos que únicamente nos ha proporcionado nuestra propia vivencia. Como si a veces fuéramos el simpático pero débil Pikachu; un muñeco que tiene mucha menos fuerza y atractivo que Groudon, que gusta más. Estos personajes se te aparecen donde y cuando menos te los esperas, como en la misma vida.
Todo consiste en que uno se va con el móvil -mejor ir sin el cacharro, pero con buen espíritu y un día de vida libre- al parque Los Pinos, al del Cachón o de paseo por la ribera del Jerte para encontrarte con personajes sorpresa. Y a ver cómo te portas, cómo los capturas y los amigas. Todo es cuestión de respetar algunas normas, ser lo suficientemente afable, tener una mínima capacidad de estrategia, ser constante, no decaer y sobre todo, luchar con viveza para conquistar con honestidad. Como cualquiera que se precie de ser un buenazo y estupendo bicho raro, como un pokémon placentino.
Texto y fotografía de Alfonso Trulls para Impresiones de un Foráneo
Publicada el 29 de Julio de 2016