Menos mal que en Plasencia no están prohibidas las centenarias corridas de toros. A uno le gustan mucho -para alegría de los animalistas artísticos- aunque hace demasiado tiempo que no disfruto de una sentada en plaza viendo verónicas, manoletinas, pases de pecho y otras figuras toreras de esas que te remueven el trasero del asiento para vitorear, aplaudir con entusiasmo y emoción. Serán toros victorinos los que, el próximo dia 11 de este mes, encaren el arte de tres buenos toreros. Y uno que va a la plaza con ganas de gritar ¡olé!
Después de un paseo obligado y delicioso por Hoyos (la Sierra de Gata que sana su negra cicatriz, sigue mostrándose grande, bella y verde) uno se siente motivado por la cercanía de los festejos placentinos. En pocos días empieza la Feria de esta ciudad. Serán días de sol y festejo para muchos. El personal se alegrará con las cañas, la amistad compartida y algunos refrescantes rebujitos.
En esas fechas, Plasencia se te acerca más al sentimiento porque sus habitantes se perciben más cercanos, miran de otra forma, apartan algunas penas y sonríen al natural, como en la fiesta de los toros y los toreros.
Ya llegan los morlacos, ya vienen los maestros, ya disfrutamos.
Vamos a la plaza, paseemos sonriendo por las calles, que llega la fiesta, que viene la Feria.
Fotografía superior de Alfonso Trulls
Publicado el 2 de junio de 2016