Mozart dijo que la música engrandece el espíritu. Y uno añade que alegra el alma, que viene a ser lo mismo. Todo muy sutil, aunque comprobado como cierto.
A lo que vamos, Milady. La música culta y la contemporánea ayudan a alegrar festejos, corazones y a ilustrar momentos en que los acordes, armonías y voces te sacuden los sentimientos provocando afectos.
Hay veces que a uno le vibra todo dependiendo del lugar, de la persona que te mira y de la canción que llega a tus oídos. Esta última, la que escuchaste, se te queda grabada en tu tocadiscos íntimo y sentimental para toda la vida.
A perdonar a este cronista que se repite. Vuelvo a decir que el río Jerte -a su paso por Plasencia- me suena a Händel por las mañanas. Que al atardecer y en la noche esa música se torna en sencillos y vibrantes doce compases que me susurran un blues.
Otras músicas te sacuden el ánimo cuando caminas, mientras en tus oídos suenan canciones como la brutalmente romántica “You & Me” de la Dave Matthews Band o el texto desagarrado de Faith No More en su versión de “Easy”.
Tal vez hubo una canción que nunca te sonó dentro, que nunca oíste…como a ella, a la que no miraste ni tampoco pudiste escuchar.
Texto y fotografía de Alfonso Trulls para su columna Impresiones de un foráneo
Publicado: 5 de Mayo de 2016