La comarca de Las Hurdes rebosa magia por los cuatro costados: leyendas, historias, cuentos, supersticiones, personajes míticos,… Todas estas creencias forman parte de la vida de los hurdanos y son parte de la esencia de su tradición oral.
Cuando uno visita Las Hurdes acaba recogiendo sensaciones que se quedan guardadas en el interior y, por uno u otro motivo, llevan a un reflexión interna que va más allá de un paisaje natural o de la amabilidad de sus gentes.
Esa magia, y esas sensaciones, se pueden sentir en algunos rincones en los que sí las piedras hablasen, nos contarían muchas historias.
Perdiéndonos a propósito por el término municipal de Pinofranqueado descubrimos la alquería abandonada de El Moral, ubicada a unos cuatro kilómetros de la población de Horcajo y a los pies del río del mismo nombre. Enmarcada entre cumbres que superan los 1.000 metros de altitud, El Moral se esconde en el interior de un hoyo: protegida y resguardada por cordilleras pobladas de retamas, jaras, brezos y madroños.
El poblado está dividido en dos núcleos ocultos entre la densa vegetación. Las primeras construcciones de la aldea están a orillas del río, y el segundo grupo de edificaciones, que son más numerosas, están enclavadas en la montaña. El río Horcajo y el arroyo de la Carabosa flanquean la aldea por ambos lados formando un istmo. Un puente de nueva construcción nos permite el acceso y una pasarela nos conduce, a través del sendero del Lombo de las Viñas, hasta el interior de la alquería.
Los restos de antiguas edificaciones parecen querer hablar y contarnos sus historias particulares. Paredes, puertas, dinteles, tejados,… aunque derruidos y sólo restos, la arquitectura tradicional hurdana de pizarra es la protagonista de lo que se supone fue una antigua aldea. Como si de un yacimiento arqueológico se tratase, podemos diferenciar la parte destinada a la vivienda de los pobladores, y el espacio anexo reservado para los animales (cabras, cerdos o caballos) o el almacén. Pasear por sus empedradas calles y dejarse arrastrar por el sonido del agua corriendo es toda una experiencia vital. Es curioso observar como en el istmo aún viven, y con muy buena salud, varias encinas centenarias que probablemente se salvaran de un incendio. El fértil valle formado por el arroyo y el río nos da a entender que en otro tiempo los habitantes de este rincón de Las Hurdes disfrutaron de unas tierras fértiles y de un lugar privilegiado.
Hoy en día, aunque para algunos sólo sea un pueblo abandonado y en ruinas, es un lugar increíble digno de conocer.
Probablemente los pastores que residían en El Moral dejaron de pastorear sus rebaños y abandonaron los chozos para trasladarse a otras poblaciones de más fácil acceso. Aunque también en este despoblamiento se habla de leyendas y de seres que espantaron a sus habitantes.
Texto de Ainhoa Miguel para su columna Carretera y Manta en planVE
Fotografías de M. Daniel Iglesias cedidas a planVE
Publicado: 6 de abril de 2016
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