Con la llegada de la primavera a uno le da por salir a rutear por el campo, con cámara en mano y la necesidad de descubrir siempre cosas nuevas a las que enfocar el objetivo. De esta manera me dirigía hace unos días a la Rivera de Cáceres, la cual nace en Grimaldo y transita por parte del término de Holguera. Hace tiempo me hablaron de la existencia de varios molinos a los pies de dicha rivera y allí me fui para verlos de primera mano.
Llegué a ellos y comprobé que no eran de aquellos que Don Quijote confundía con gigantes, sino modestos molinos en ruinas, abatidos por el paso del tiempo víctimas de una revolución industrial que los catapultó a la desidia. Pero que no nos quede la duda de la gran importancia que tuvieron desde el punto de vista económico, social y cultural. No soy experto en la materia pero me atrevería a pensar que todos los que visité tenían como principal actividad la obtención de la harina, producto de incalculable importancia dentro de la dieta alimenticia durante aquellos años. Rápidamente llegó la primera de las preguntas, ¿cuándo fechamos estos molinos? Si nos guiamos por el Diccionario de Madoz publicado en 1846, en él ya se describe como Grimaldo contaba con tres molinos harineros. En el caso de Holguera aún no se apunta ninguno. Solo en uno de ellos descubrimos una fecha tallada en una de las piezas que indicaba el año 1748. Llegado el siglo XX se introdujeron nuevas tecnologías en la obtención de la harina y estos molinos cayeron en el olvido, pasando a ser meros testigos del paso del tiempo.
Aún quedan elementos que ayudan a imaginarte cómo funcionaban estas obras de ingeniería hidráulica. Se trataban de molinos hidráulicos con rueda horizontal (sin no me equivoco) sobre la que actuaba el agua, conocidos como molinos de rodezno. Todos ellos aparecen fuera del lecho de la corriente de la rivera, con una especia de canal por donde dirigían las aguas para luego generar la fuerza motriz que haría funcionar al molino. Quedan resquicios de lo que fueron como pueden ser las ruedas de molinos graníticas repartidas por los alrededores de ellos.
Como bien decía al principio, no soy experto en molinología ni pretendo que esto sea un artículo academicista. El principal objetivo ha sido sacar del olvido parte de nuestra historia que llegado el momento pasa desapercibida a nuestros ojos, sin detenernos a pensar que lo que hoy son unas simples ruinas en algún tiempo pasado fue un lugar lleno de vida. Si a esto le acompañamos la posibilidad de disfrutar de un entorno típico de dehesa extremeña, con la riqueza que da el paso de aguas cristalinas por ellas, solo me queda invitaros a descubrir estos molinos quijotescos.
Publicado: 28 de marzo de 2016