Hace ya varias semanas, Facebook -que es quien hace tiempo nos informa de eventos, cumpleaños, onomásticas y también, por supuesto, de novedades literarias- nos vino con la noticia de que el poeta placentino Álex Chico estaba a punto de escribir lo que a todas luces parecía su primera novela, Un hombre espera. Por si el súbito cambio de género no fuese ya bastante sorprendente, la contraportada nos advertía, además, para acabar de desconcertarnos, que, por más que apareciese la palabra novela en la portada, no se trababa de una novela, ni de una biografía, sino de un ensayo ficción. Para completar el cóctel de géneros, les aseguro, además, que, si lo leen, comprobarán que también tiene mucho de diario de viajes. Pero dejémonos de cócteles y géneros y vayamos directamente con el libro.
Un hombre espera es el relato del viaje a París de un escritor placentino, Álex Chico, en pos de las huellas de otro escritor placentino, José Antonio Gabriel y Galán, que vivió en esa ciudad entre los años 63 y 66, en una época en que París aún era la meca de la Cultura y la Literatura universales y en la que estaba comenzando a escribir. En el libro, Álex llega a París muchos años después, en agosto de 2013, se aloja en el barrio de Montparnasse y durante varios días se dedica a deambular por distintos lugares relacionados con la estancia de Gabriel y Galán tratando de imaginarse cómo sería su vida entonces y de descubrir posibles localizaciones de algunas de sus novelas como medio para comprender, para descifrar, el significado de su obra literaria.
Pero la indagación parisina de Álex no se agota en la figura del fallecido escritor placentino, pues al seguir sus huellas da con otros libros, con otros autores, con otras referencias, y se acaba encontrando también con la memoria del propio barrio de Montparnasse, y buena muestra de ello son, por ejemplo, algunas páginas en las que despliega un amplio catálogo de personalidades artísticas y literarias que pasaron, en su tiempo de esplendor, por el bulevar Raspail o el hotel Istria.
Yo diría, además, que en ese deambular por Montparnasse y París un poco a la manera de Patrick Modiano, con lo que Álex acaba dando es con uno de los elementos clave de su poética, con la pura la noción de lugar como depósito de memorias, de olvidos, de recuerdos, un elemento que vertebra toda su obra y que encuentra su máxima expresión en poemas dedicados a lugares abandonados como “Interiores” o “En el límite”, de Dimensión de la frontera, y si eso sucede, ese viaje por la prosa convertido, al final, en un regreso a la poesía, es porque -como afirma en el libro Álex exponiendo, en cierta medida, su modus operandi- “todo consiste en pasear por una ciudad sin ningún camino preestablecido, dejando que una calle te conduzca a la siguiente. Y así hasta dar con ciertos lugares a los que parecíamos destinados desde el comienzo”, a lugares a los que yo diría que el autor estaba destinado desde el primer poema de su primer libro, La tristeza del eco, y que ha ido ineludiblemente frecuentando también en sus siguientes entregas, Dimensión de la frontera, Un lugar para nadie y Habitación en W, lo que me lleva a concluir que Un hombre espera, por más que sea una obra en prosa, es una estación de paso más, casi una estación de paso necesaria -y por la que les recomiendo pasar- en la ya prolongada trayectoria literaria del poeta placentino Álex Chico.
Un hombre espera
Álex Chico
Libros en su tinta
12,00 euros
Publicado: 19 de febrero de 2016