Hace pocos días Cristina, la librera de La Rosa de Papel en Malpartida de Plasencia me hablaba de las impresiones y de la dificultad de entender el arte abstracto. Y me pedía que me acercara a los cuadros de Marina Palomo. Una buena manera de empezar este 2016 es visitando la exposición de esta joven licenciada en Bellas Artes. Marina tiene la fuerza, la valentía y las ganas de los veinte y pocos. En el recorrido que nos presenta en las Claras hasta el día 15 de enero encontramos muchos de los ejercicios llevados a cabo en la facultad de Bellas Artes de Salamanca. Cuadros que despuntan por sus paleta armónica y equilibrada y por su gestualidad segura. En muchos de ellos reconozco el estilo y las indicaciones de la escuela de algunos de mis profesores. Ella me habla de Luis de Hora como mayor referente y a mi me viene a la cabeza mi querido Antonio Marcos. Otros cuadros son fruto de su investigación personal con estampaciones.
El arte abstracto es como la poesía concreta, surge de la esencia y prescinde de lo superfluo. Para ello, el espectador debe hacer un esfuerzo de introspección y dejarse llevar por la materia, el color y el trazo; y que los ingredientes que componen la obra te hablen. Se requiere silencio y escucha a la vez. Hablar de abstracción es prescindir de la realidad más inmediata y ahondar en la exprexión, en el gesto como acción. Uno de los movimientos artísticos más interesantes que ha dado el arte contemporáneo es el Expresionismo abstracto.
Marina parte de la experiencia del viaje. Pero cada espectador aporta y se identifica o no, con el lienzo creado. Suerte, en esta larga andadura del aprendizaje del arte que nunca acaba.
2 de enero de 2016