¿Cómo definir a Daniel Casado? Un trujillano que es gestor cultural, músico, escritor y poeta. En esta entrevista intentaremos saber algo más del escritor y lector concienzudo, del amante de la música que ha formado parte de proyectos musicales y colabora con bandas de rock, del gestor cultural que ha gestionado programas culturales para instituciones públicas y privadas, y que se ha especializado en el fomento de la lectura. Por ello, ante tal despliegue de talentos, antes de leer la entrevista, es conveniente repasar su biografía para ubicarnos en el perímetro creativo de Daniel Casado.
En 2002 obtiene el Premio de Poesía Ciudad de Mérida por “El Largo andar tan breve” (Ediciones Vitruvio). Desde 2003 se dedica a la gestión cultural coordinando diversos clubes de lectura en Extremadura. Ese mismo año obtiene el XV Premio de Poesía Arcipreste de Hita por “El viento y las brasas” (Pre-Textos). En 2005 publica “El proyector de sombras” (Editora Regional).
Ha sido técnico del programa “Extremadura: Estación Cultura”, desarrollado por la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura y coordinador del Área de animación a la lectura de la Asociación de Gestores Culturales de Extremadura (AGCEX).
En enero de 2007 crea el proyecto audiovisual Mundo en Verso. En 2009 es reconocido con el premio La Voz + Joven (Fundación Caja Madrid). En 2010 ve la luz “Oscuro pez del fondo” (Rialp, 2010), que obtiene un accésit del Premio Adonáis. Ese mismo año colabora con el músico y productor Álvaro Gil y juntos dan forma a Pneuma, proyecto musical abierto a la experimentación. En 2012 publica “El creador del espejo” (De la luna libros). En 2015 publica “Secretos que contar” (Ediciones Amargord). Actualmente presenta dos propuestas escénicas, PerVersiones, junto al guitarrista Pepe Bustamante, y Poesía entre las cuerdas, acompañado por el guitarrista flamenco Andrés Díaz Cascarilla. También, junto al poeta y cantante José Manuel Díez, presenta el recital poético y musical Mano a mano (ver Agenda). Y mantiene desde 2005 el blog Derivas.
Escritor, poeta, músico, gestor cultural… ¿Quién es Daniel Casado?
Buena pregunta. Lo fácil sería responder a lo Rimbaud y afirmar que “Je est un autre” (yo es otro) pero, después de algunas pesquisas, tengo meridianamente claro que soy un perfecto desconocido que se reconoce en los demás. Del trato con los demás, del tránsito por la vida, surge en mí una conciencia emocional y creativa que trata de devolver una parte de lo que recibe.
En estos tiempos individualistas, vemos que estrechas lazos y poesía con otros autores extremeños…
No es premeditado, hace mucho que no me interesan las camarillas, las tertulias ni los grupos literarios. Sí la amistad, y esto ocurre raramente en un ámbito como el de la literatura. En lo musical, por ejemplo, siempre he sido muy gregario y he ejercido de elemento de cohesión en casi todos mis proyectos. Principalmente porque entiendo que trabajando con otros talentos crezco artísticamente. Con todo, los años me han enseñado que antes que un gran talento artístico es preferible un talento humano. Y de estos últimos intento rodearme.
¿Qué es Pneuma?
Pneuma fue mi propuesta de hacer música progresiva, es decir, abierta a la experimentación, al reto continuo, desde un lenguaje musical y literario distinto al que hasta entonces había manejado. El resultado me satisfizo solo a medias. Creo que hicimos grandes canciones pero que el empeño no fue secundado por mis compañeros. Lo mejor de Pneuma quedó perdido en nubes y nubes de humo. En cualquier caso, ahí están las canciones, los videoclips y el recuerdo de unos años que me permitieron volver a la música después de 16 años sin cantar.
¿Qué han supuesto para ti premios tan importantes como el accésit Adonáis o Ciudad de Mérida, entre otros?
Sería descortés negar la ayuda que en su momento supusieron los premios, pero no es algo que estuviera en mi horizonte. El principal objetivo para mí, cumplido sólo a medias, era obtener una buena distribución para mi poesía. También, claro, la aprobación de autores a los que uno ha admirado desde que empezó a leer y escribir poesía.
He notado una metamorfosis hacia la justicia social en tu poesía, ¿ha sido un cambio autoconsciente?, ¿cómo lo has llevado a cabo?
Sé a lo que te refieres, pero no creo que se trate tanto de “justicia social” como de “conciencia solidaria”. Sobre todo por desmarcarme de lo que históricamente se ha entendido por poesía social. Difícilmente puede un poema interceder en la justicia social, en cambio sí puede hacerlo –de hecho, lo hace- en la conciencia de quien lo lee. Por otra parte, mi primer impulso al escribir es rítmico y musical, y eso creo que siempre estará ahí; lo que he tratado de incluir en mis poemas es la reflexión y el pensamiento, al tiempo que me despojaba del tono lírico del comienzo y, especialmente, del sujeto poético en primera persona. Esto me ha permitido abordar realidades alejadas de la mía, probar registros que el poema de tono confesional no permite y dar protagonismo a voces muy variadas que no tienen por qué coincidir con mi propia voz.
¿Qué ha significado para ti leer a Fernando Pessoa?
Pues justamente esto que acabo de decir: el descubrimiento de las distintas máscaras del poema. Pessoa, no sólo mediante su juego de heterónimos sino a través de su personalidad múltiple hecha de distintas tradiciones, construye un “drama in gente”, una dramatización del mundo desde conciencias y estéticas muy dispares que van desde lo lírico a lo filosófico, desde lo esotérico a lo político, desde lo cotidiano a los trascendente. Y siempre con una profundidad y una riqueza formal apabullante, algo que no admite continuidad. Pessoa quema su propio camino. De hecho, tras su muerte la lírica portuguesa se ve obligada a emprender nuevas rutas expresivas, pues es cierto que su obra no admite discípulos. Esta huida desesperada del modelo pessoano –no exenta de admiración- se observa claramente en poetas posteriores como Mário Cesariny, Miguel Torga, Eugenio de Andrade, o en el más arriesgado de todos ellos, Hegberto Helder.
En tu poesía hay lirismo, reflexión, existencialismo, conciencia civil, pero ¿qué más hay en la poesía de Daniel Casado?
No es mal inventario. Me gusta pensar que mi poesía es devolución, agradecida y emocionada devolución de lo que el mundo me da y recibo. También, que a través de mis páginas un buen lector sabrá llegar a fuentes mucho más hondas y ricas, rastrear modelos e influencias de áreas muy diversas (filosofía, pintura, música, cine…) que, juntas y revueltas, conforman mi horizonte expresivo, algo vivo, espero.
¿Qué fantasmas son los que te quitan el sueño y te empujan a escribir?
Durante algún tiempo me quitó el sueño cierta necesidad de publicar. Caí como un necio en el juego de la poesía competitiva hasta que descubrí que eso no iba conmigo. Eso acabó tras Oscuro pez del fondo (2010). Desde entonces solo escribo poesía cuando el poema lo requiere, no fuerzo los límites, no tengo prisa ni mayor reto que el de medirme conmigo mismo. Así llego al poema por pura necesidad espiritual, mientras que para la comunicación directa elijo circunstancialmente otras formas literarias como cuentos, canciones, artículos, textos breves…
¿Por qué dices que la poesía es una hermandad?
Porque siento que es así. La corriente de la Poesía es un río subterráneo que atraviesa todas las edades de la especie humana oponiendo al discurso de la razón, de la lógica, de las leyes, de la política… al mundo, en fin, del utilitarismo materialista, una visión universal y solidaria de nuestra propia existencia. Pienso que la poesía es mucho más que un género literario, es una manera de habitar el mundo y de reconocerse en él y en los demás. Cuando alcanzamos esa disposición, la poesía nos abre a los misterios de la vida, a su mágico fluir, convocándonos a una gran conciencia colectiva que integra todas las épocas, idiomas y tradiciones: Borges y Wagner dialogan con las sagas nórdicas; Paz nos conecta con la mejor poesía china y japonesa, Milton, Blake con los evangelios; Yeats, Rilke y Pessoa con las corrientes esotéricas; Safo, Whitman, Lorca o Kavafis están unidos por una misma sensualidad; Dalton, Brecht, Char, Hikmet o Vallejo comparten compromiso moral y político. Y luego está la poesía “alucinada” (y no hablo de drogas), la de Baudelaire, Rimbeaud, Pound, Elliot, Cortázar… esa que tiene destellos inexplicables de genialidad y puede fulminarnos con una simple imagen. Porque toda esa gran poesía, además, nos enfrenta individualmente con lo que realmente somos, esos “seres inconsolables”, que diría Saramago.
¿Qué llevas en tu equipaje de poeta?
Mis lecturas y mis maneras de estar solo. Sin ellas no habría poeta.
¿Literariamente en qué estás trabajando ahora?
De un tiempo a esta parte estoy muy volcado en escribir canciones. Es algo que me libera y disfruto de lo lindo. En los últimos dos años habré escrito unas doscientas letras y he compuesto unas 25 canciones. Por otra parte, estoy trabajando en un libro de poemas y textos en prosa titulado “Lista Robinson”, que espero terminar después del verano. Tengo terminado otro libro de poemas que ha sido mi trabajo de los últimos 4 años.
Publicado: 20 de enero de 2016