Uno abarca con la mirada una escena, lo que tiene delante, desde un detalle en primer plano hasta lo más lejano y en un abanico visual de 180 grados. Creo que vemos más de lo que podemos asimilar en un vistazo. Luego está aquello de saber mirar, apreciar en una breve ojeada solo lo interesante, lo que conmueve, lo distinto.
A uno le enseñaron a resumir vida en un rectángulo, también en un cuadrado. Aislar dentro de esa forma geométrica lo más significativo de una escena. Y ahí entra la posibilidad de que alguien empiece a ser considerado artista describiendo esto o abstrayendo aquello. Las principales herramientas para conseguirlo son nuestra mente y nuestros ojos, la secundaria es una cámara fotográfica, una máquina que sirve perpetuar lo que vimos. Una inquietud, esa de la fotografía, que se puede convertir en admirado arte permanentemente expuesto en el MOMA de Nueva York, entre otros museos.
Sin llegar a ser Cartier-Bresson, hay fotógrafos que saben ver y captar maravillas con su cámara. Y no hace falta ir muy lejos. Aquí, en Plasencia, hay un grupo de personas que en Asociación y bajo el nombre de PlasenciaFoto demuestran maestría mediante la sencillez. La prueba es una admirable muestra colectiva que se puede ver desde ahora mismo hasta fin de mes en la Sala Hebraica de Las Claras. Esos estupendos fotógrafos nos evidencian que con sus ojos y una cámara se puede hacer arte instantáneo y permanente. Clic.
Publicado: 21 de enero de 2016