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La Feria de San Andrés asomará por Pinofranqueado

Corría el año 1791, siendo el mes de febrero, y Domingo Martín Azabal,a la sazón alcalde de vara de la localidad jurdana de Pinofranqueado, respondía al Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, diciendo en una de sus respuestas que “en este pueblo hay mil y seiscientas cabezas de ganado cabrío, exclusas las arquerías, y su comerzio es bender más de una zinquentena de machos cada año por San Andrés, sin meter en cuenta las cabezas que se consumen en el propio pueblo”.  El documento nos muestra bien a las claras que, en el siglo XVIII, ya estaba vigente la feria de San Andrés.  Más tarde, el estadista y político Pascual Madoz, en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, publicado entre 1846 y 1850, que tan sangrantes y difamantes páginas dedicó a Las Hurdes, se lee, al hablar del concejo de Pinofranqueado: “Celebra un mercado todos los domingos y una especie de feria el día 30 de noviembre”.

Cartel Feria de San Andrés, 2015 (Foto: Aytº de Pinofranqueado)
Cartel Feria de San Andrés, 2015 (Foto: Aytº de Pinofranqueado)

Por lo que hemos investigado, acudiendo en muchas ocasiones a la memoria colectiva de los más mayores, la feria de San Andrés, celebrada el 30 de noviembre, tenía dos vertientes: el rodeo de ganados (especialmente, cabras, caballerías y cerdos) se ubicaba junto al río de los Ángeles, y el destinado a los productos de las matanzas familiares en la plaza mayor y calles adyacentes.  También se habla, en otros legajos antiguos, del trato en la mentada feria de “vacas moruchas y cachanas, que tiénense a las cachanas como las que más se aprecian en estos terrenos tan gascuños para la labranza de los rozos, al ser de corta alzada y muy sufridas para la coyunda y para las enfermedades”.

Si multicolor era el mercado de ganados entre las brumas novembrinas, la estampa que ofrecían los tenderetes con productos relacionados con la matanza del cochino también gozaban de encanto especial.

Talla de San Andrés donada por Charo Azabal Puertas (Foto: ALICIA AZABAL)
Talla de San Andrés donada por Charo Azabal Puertas (Foto: ALICIA AZABAL)

Allí llegaban los caldereros, olleros, pimentoneros, ajeros, comineros, vendedores de tripas para embutir las carnes del gorrino, fabricantes de romanas, cuchilleros, vinateros o aguardenteros.  Acudían desde la villa jurdana de El Casar de Palomero; de Ahigal, por Tierras de Granadilla; de Montehermoso, en el Valle del Alagón; de la comarca cacereña de La Vera o de la salmantina de Sierra de Francia.  No faltaban los fabricantes de castañuelas, gaitas y tamboriles, que se prodigaban en algunos pueblos del territorio jurdano.  Entre tanto trajín y pregoneo, se sentían las melodías de las chiflas de los afiladores gallegos, o los sones de algunos tamborileros que habían acudido desde diferentes puntos de Las Hurdes y que recorrían las tabernas, tras la copa de aguardiente o el vaso de vino.

Actualmente, el mercado o feria de San Andrés sigue vivito y coleando.  Ya no hay rodeo de ganados.  Desapareció como ocurrió con otros muchos en diferentes puntos geográficos.  Como dicen los paisanos, “a lah fériah de loh ganáuh lah han dau la puntilla el papeleu y tóah lah andróminah que exijan loh de Sanedá pol el simpri hechu de movel una cabra”.  Pero se mantienen con pujanza las mercaderías en torno a las matanzas.  Y como una cosa trae la otra, ahora la feria se ha transformado en un gigantesco mercadillo, donde se puede encontrar de todo.

Foto antigua: vista parcial de la plaza mayor de Pinofranqueado (Foto: "El Salor")
Foto antigua: vista parcial de la plaza mayor de Pinofranqueado (Foto: “El Salor”)

Las Hurdes enteras se vuelcan en Pinofranqueado, llegando también numerosos forasteros de otras demarcaciones colindantes.  Buena fecha para adquirir el utillaje o apero doméstico o agropecuario que hacía falta para la casa, para curiosear por los puestos más estrafalarios, para sellar algún trato ante unos buenos vinos de la tierra y unas apetitosas y variadas raciones tan bien dispuestas en los muchos bares de la población o para hacer parada y fonda en sus celebrados restaurantes, donde el viajero se puede meter entre pecho y espaldas una “ensalá de limón”, unos “rebujónih”, un guiso de cabrito al estilo jurdano o, como postre, unos “matajámbrih”.  Siempre la marca “Hurdes” en el paladar.

Vecinas del concejo de Lo Franqueado sopesando la calidad de una manta de tiras en un antiguo mercado de San Andrés (Foto: T.Gómez)
Vecinas del concejo de Lo Franqueado sopesando la calidad de una manta de tiras en un antiguo mercado de San Andrés (Foto: T.Gómez)

José Luis Azabal Hernández, sencillo pero flamante alcalde de Pinofranqueado, anima a comarcanos y gente de otras partes a acudir a esta feria secular, asegurando un buen día de San Andrés, santo – todo hay que decirlo- al que hasta hace poco no se le conocía talla alguna en el templo parroquial.  Pero de unos cuatro años a esta parte la pinofranquense Charo Azabal Puertas donó una imagen de San Andrés y, ahora, desde la iglesia, vela para que su feria continúe por los siglos de los siglos.

Tamborileros jurdanos junto a la iglesia parroquial de Pinofranqueado (Foto:  Hurdes, Destino Natural)
Tamborileros jurdanos junto a la iglesia parroquial de Pinofranqueado (Foto: Hurdes, Destino Natural)

Publicado: 25 noviembre de 2015

 

 

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