En realidad, es mucho más que una costumbre, es prácticamente un derecho. Es algo inherente al carácter español, una particularidad que admiran y adoran todos los extranjeros que vienen a visitarnos. Vaya, que si nos quitan esa característica, nuestro distintivo carácter español se vería mermado en calidad.
Se dice que si a los españoles nos quitasen el fútbol y los bares nos podría dar un jamacuco.
Leo la prensa en mi cafetobar preferido de Plasencia. Entra un señor de mediana edad, distinguido, con pelo largo de tono alba plata. Camina decidido hasta la barra, se tiene en pie como un torero que pisa orgulloso el albero saludando al tendido, sonríe al camarero y con leve acento inglés le pide una copa de buen vino.
Mira curioso los abundantes expositores que se alinean a su vista. Guardan delicias que desconoce pero que intrigan a su paladar. Pregunta por lo que ve. Le dicen que son gentileza de la casa, que sirven para aliviar el apetito que se nos produce al mediodía, y que se llaman tapas. El inglés las prueba, sonríe y repite.
Le explico que en estos días puede alegrar a su estómago y paladar ya que los hosteleros placentinos van a entregarse, recreando e innovando ese aperitivo. Un breve pero intenso deleite gastronómico para llenar, tapar el agujero que sentimos en nuestro estómago a esa hora que tanto nos gusta.
Publicado: 24 Octubre 2015