
Todos somos impostores. De entrada porque, al parecer, de manera inconsciente reescribimos continuamente nuestra biografía para acomodarla a nuestras necesidades, para darle un sentido, una lógica y, sobre todo, para justificar nuestro pasado, aliviar el peso de la culpa y hacernos sentir mejor con nosotros mismos. Además, aparte de ese mecanismo instintivo de supervivencia, estoy seguro de que no hay nadie que al menos en alguna ocasión no haya echado mano de los mecanismos de la ficción a la hora de contar un acontecimiento, bien para lograr tener en él un papel central, protagonista -o, al menos, un poco menos secundario-, o, simplemente, para hacer para el oyente la anécdota más divertida o el drama más dramático. En cualquiera de estos dos casos nos encontraríamos en el nivel básico de la mentira, en un nivel tan elemental que, en realidad, ni siquiera llegamos a considerarlo moralmente reprobable. A partir de ahí vendrían las mentiras piadosas, que también todos, en mayor o medida, practicamos -y que en ocasiones sí que despiertan recelos o escrúpulos morales- y, un poco más allá, a partir de un cierto punto o de un cierto grado difícil de precisar, comienza el terreno de juego del mentiroso, del que utiliza la mentira en el día a día, como una elaborada herramienta de trabajo que comparten tipos tan dispares como el fantasma de a pie, el estafador profesional o el mentiroso compulsivo.
Un caso extremo de este tipo -en cierto modo, una rara mezcla de fantasma de a pie, estafador profesional y mentiroso compulsivo- sería el célebre impostor Enric Marco, un individuo que durante años fingió haber pasado por el campo de concentración de Flossenbürg y que llegó a convertirse en presidente de la asociación que agrupa a las víctimas españolas de los campos de concentración nazi, la Amical de Mauthausen, y en el más célebre de los deportados de nuestro país, a los que acabó representando en el primer homenaje que se les rindió, después de demasiados años, en el Congreso de los Diputados. En torno a este personaje gira El impostor, la última novela de Javier Cercas, un relato sin ficción que no se agota en la indagación en torno a lo que hay de verdad y de mentira en la fantástica vida de Enric Marco -fantástica en todos los sentidos, en lo que tiene de inventada, pero también en lo que tiene de fascinante-, sino que va más allá, analizando lo que nuestra mítica Transición tuvo de impostura (me parece interesantísima la afirmación de Cercas de que en esos años todo el país, en cierta medida, se reinventó, reescribió su historia para no tener que reconocer el hecho vergonzoso de, salvo por contadas, heroicas excepciones, haber soportado cuarenta años de dictadura sin inmutarse), para saltar luego, a través de los curiosos paralelismos que traza Cercas entre Enric Marco y don Quijote, entre Las aventuras del ingenioso hidalgo y su propio libro, al papel de la mentira en la Literatura, y poniendo en tela de juicio, por último, su propia condición de impostor, no ya como escritor de ficción, sino como autor de una obra que juega, de forma deliberadamente ambigua, con la verdad y la mentira, con la realidad y la ficción.
Contadas así las cosas, podría parecer que El impostor es un ensayo, género considerado poco atractivo para el gran público, cuando nada más lejos de la realidad, pues la estructura del relato es esencialmente novelesca, siguiendo dos hilos conductores que enganchan y provocan una lectura casi compulsiva desde el principio, por un lado, la reconstrucción de la vida real de Enric Marco y de su imposible huida hacia adelante por el cenagoso campo de la mentira, y, por otro lado, la peripecia del propio Javier Cercas hasta conseguir escribir el libro, que comienza con dudas, merodeos, conversaciones con familiares y amigos que unas veces le animan y otras le desaniman a hacerlo, y acaba con un tira y afloja, con un auténtico juego de ajedrez entre el autor y Enric Marco en el que Cercas espera encontrar la verdad y del que, en realidad, uno no sabe, al final, quién resulta ganador.
En definitiva, un libro absolutamente recomendable que, personalmente, me parece, junto con Anatomía de un instante -libro que aprovecho también para recomendar-, lo mejor de Javier Cercas.
El impostor
Javier Cercas
Literatura Random House
22,90 euros
Disponible en la Biblioteca Municipal de Plasencia
Publicado: 15 Octubre 2015