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Quirke

El verano –o, al menos, ciertas circunstancias propias del verano– hacen aconsejables lecturas ligeras y, a ser posible, en edición de bolsillo. Lo digo porque, por más que uno quiera ponerse estupendo, el bullicio de la playa, el río o la piscina no dan para concentrarse en lecturas sesudas, pero también porque no parece demasiado aconsejable llevar ese libro cuidadosamente encuadernado que te ha costado un dineral a un sitio donde no es raro que acabe salpicado de agua o sembrado de minúsculos, inevitables granos de arena –porque, eso sí, como bien dice mi compañero Julio Pérez, robártelo, no te lo van a robar; otra cosa sería si se tratase de un e-book–.

quirkeEn esas circunstancias, el género policial, detectivesco, es uno de los que quizá, mejor se amolda a la necesidad de matar el tiempo tumbado en la toalla o al estrecho resguardo de la sombrilla, y en mi caso particular se ha acabado convirtiendo en una placentera costumbre la de echar en la maleta, cuando nos vamos de vacaciones, una de las entregas de la saga de Quirke, personaje creado por Benjamin Black, que es el seudónimo con el que el magnífico escritor irlandés John Banville –autor de novelas tan recomendables como Eclipse, El mar o Antigua luz– firma cuando se entrega al divertimento de escribir novelas de género.

La ventaja de las novelas de Black (de Banville) es que en ellas uno puede encontrar, además de buen entretenimiento, excelente narrativa. Uno puede disfrutar, por ejemplo, del acabado retrato que Black hace del Dublín de los años cincuenta, un Dublín marcado por la emigración, por el peso agobiante del catolicismo y sus tabúes y por el recuerdo aún reciente, aún latente, de la independencia del Reino Unido, o disfrutar de la a veces inexplicable testarudez de Quirke, un médico forense con un pasado turbio, muy dado a la bebida, y empeñado, en cada novela, en llegar al fondo del asunto incluso cuando el asunto, al menos aparentemente, ni le va ni le viene, movido, quizá, por una necesidad apremiante de descubrir la verdad.

Este año ha tocado En busca de April, la tercera entrega de la saga, en la que Quirke se entrega a fondo, hasta el final, en la búsqueda de April, una amiga de su hija desaparecida en circunstancias misteriosas que hacen temer, a todos lo peor desde el principio, y he vuelto a quedar muy satisfecho, tanto que ya estoy deseando que llegue el verano que viene –porque los ritos, cuando uno los crea, hay que cumplirlos, y no estoy dispuesto a leer antes el próximo episodio– para descansar de nuevo y disfrutar, tumbado en la playa, o sentado en la terraza, sin nada mejor que hacer, de Muerte en verano, la siguiente aventura de la saga de Quirke.

A mí, desde luego, me entretienen. ¿Por qué no se animan a leerlo?

En busca de April

Benjamin Black

Punto de Lectura

9,00 euros

Disponible en la Biblioteca Municipal de Plasencia

Publicado: 17 de septiembre de 2015

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