Es buena la edad cuando te sientes bien contigo y con los demás, con tu entorno, tu casa y la ciudad en la que vives.Uno vive en una urbe que tiene las experiencias de una longeva, y las deja ver. Es una ciudad que ha albergado situaciones que originaron acontecimientos de gran importancia. Diríamos que desprende Historia en su más pura esencia.
Ella, mi compañera, cumple años de cien en cien y con mucho arte. No le afecta la lluvia, ni el intenso calor, ni mucho menos los vientos cruzados que la quieren volver fría. Es una amante perfecta. No se altera por nada y siempre te halaga con su vistosidad. Mantiene siempre abiertas las puertas de sus secretos dejando ver su vida, animándote a hacerle compañía en su vistoso presente, hechizándote con su mágico pasado.
Uno no vino a vivir en ella, si no con ella, que no es lo mismo, que eso conlleva un compromiso. Me habían avisado que era mayor para mí, que no bailaba rock ni sabía cantar blues. Aún así vine a la ligármela, pero sucedió lo contrario.
Me conquistó a la segunda vista, un flechazo pensado y directo al centro del corazón. Ella y yo hablamos sin necesidad de palabras, nos comunicamos sin apelar a los gestos, nos abrazamos con el sentimiento que no con los brazos. Ella es muy grande y poderosa, uno es flaco y de mediana estatura, puede conmigo y yo me dejo.
Es muy femenina y elegante, algo coqueta y muy interesante. Está en la buena, en la mejor edad.
Es Plasencia, mi chica.
Publicado: 18 septiembre 2015