Cuando escribo este breve texto se prepara el Martes Mayor de Plasencia. Me doy un paseo para observar los preparativos. Bares, cafeterías y restaurantes se aprestan para la gran noche. Camiones, camionetas traen provisiones, artesanía y productos de esta buena tierra. Veo cómo montan y engastan los puestos que provocarán la atención de compra de foráneos como yo y también de mis amigos nativos. En la Plaza Mayor un gran escenario con micros, mesa de mezclas y columnas de sonido presagian un buen concierto. Entretanto, me hacen saborear unos tomates de la huerta placentina, de esos que te despiertan el paladar, que te regalan un gusto genuino y rosado. Me obsequian, para compartir, un vino distinto espumoso y azul que me acentúa los sentidos. Uno empieza a disfrutar de la primera sensación de la última fiesta que desconocía de esta histórica ciudad. Volveré enseguida, a la tarde y también a la noche a gozar de las caricias de la víspera de un Martes que para mí es más que Mayor, es un día que me llena la mirada de color, el gusto a rosado, placentino y azul.
Publicado el 3 de agosto de 2015
Fotografías de Alfonso Trulls