(Recomendamos leer este texto mientras escucha Have A Little Faith In Me de John Hiatt)
Poco antes de los ardores de este verano, tuve el pacer de acompañar a una dama placentina a la puerta de su domicilio, muralla abajo. Una situación que abundó en el diálogo e incluso en la risa que nos producía la tontera creativa y ocurrente de la medianoche.
Anteriormente, paladeando un par de buenos vinos de la extremeña Tierra de Barros, habíamos hablado acerca de la confianza incondicional en el ser humano. Un tema de sabor transcendental, como aquel caldo regional que nos habían servido.
Uno tiene la costumbre inveterada de llevar el iPod cuando camina. Y aquella noche, como casi todos días, ese tocadiscos digital iba en mi bolsa preparado para cantarme cuando llegara el momento de marchar solo.
Cuando se acompaña a una persona para allá, en la vuelta hacia aquí es inevitable -salvo suaves rodeos- ascender lo que se bajó y viceversa, cosa muy frecuente en Plasencia. Una ciudad pródiga en pendientes, escaleras y resbaladeros. Buen ejercicio para las piernas subir y bajar desde el Jerte hasta la Plaza Mayor mientras que el penetrante John Hiatt me dice que hay que tener un poco de fe en alguien. Un cantante y compositor que desparrama mucho country, folk y blues en su música. “Have A Little Faith In Me” versa y suplica por la confianza en el ser humano, solo con su voz y un piano. Es una canción que, desde hace años, me conmueve siempre que la escucho. Más ahora que vivo en esta ciudad a la que quiero, caminándola repecho arriba, corredera abajo.
Publicado: 16 de julio de 2015