Unas veces son canciones y otras son páginas, o al revés, da igual. El ambiente urbano placentino, histórico o no, propicia páginas y canciones.
El caso es que uno va por ahí de cañitas y escucha una música, la que no pensaba que un establecimiento hostelero podría obsequiar a mi oído, buenas canciones.
Por el lado de las páginas pasa igual -o como diría Forges, sucede lo mismo- encuentro un libro que interesa, me lo presta la Biblioteca. Tomo apuntes de uno u otro sobre filosofía y sociología, me los deja la UNED. Literatura y saber, privilegios que Plasencia pone a mi alcance sin restricción alguna.
Alguien podría pensar que un foráneo tal vez no pudiera disfrutar de todo lo dicho en esta ciudad. Pues no, eso sería un tremendo prejuicio causado por la ignorancia de aquella supuesta persona. Esas ventajas, sin la posible añadidura del revestimiento histórico-artístico, se pueden dar en cualquier pequeña o gran ciudad. Sin embargo, tomarse un refresco mientras le deleitan a uno con “All The Way” de Lady Day (Billie Holiday) o echarle una ojeada a la última obra de Vila-Matas escuchando la trompeta de Chet Baker delante de una fachada cargada de siglos de arte e Historia, solamente y hasta ahora me ha ocurrido aquí.
Además, aquí en Plasencia, hay calles que tienen ecos de blues, aromas de jazz.
Es una ciudad con letra y música.
Publicado el 10 de julio de 2015