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San Antonio será procesionado el 13 de junio

Los sincretismos entre religión y magia han dado lugar a que, desde tiempos de Maricastaña, se vertebre y se configure el imaginario popular. Todo un sinfín de representaciones culturales y de simbologías varias que se cruzan, entrecruzan, giran y revolotean convierten a los sincretismos mágico-religiosos en complejos, arduos y dificultosos, pero siempre fascinantes a la hora de su interpretación.  La festividad de San Antonio de Padua en la mítica comarca de Las Hurdes está empapada de tales sincretismos por sus cuatro costados, como puede observar cualquier viajero que el día 13 de junio se acerque por las alquerías de Aceitunilla, Las Erías o La Fragosa.

San Antonio Las Hurdes
Procesión de San Antonio en la alquería de Aceitunilla (Foto: José María Domínguez Moreno)

Resulta harto curioso el buscar las razones que dieron lugar a que el fraile franciscano Fernando Martín de Bulhöes e Taveira Azevedo, el que naciera en Lisboa en 1195 y muriera en la ciudad italiana de Padua en 1231 con 36 años recién cumplidos, llegara a gozar de tan fabuloso predicamento en muchas zonas rurales.  Aquel Fernando, de familia noble y aristocrática, subiría a los altares como San Antonio de Padua y sus legendarios milagros aún se narran, se romancean y se cantan por los pueblos más dispares de la geografía hispánica y de otras latitudes.  En Las Hurdes, como comunidad pastoril que fue desde tiempo inmemorial, San Antonio parece ser que viene a sustituir a una antigua y nebulosa deidad, encargada de proteger los ganados, señora de la noche y con ciertos poderes fertilizadores.  Algunos de estos rasgos con comunes a la diosa vetona Ataecina, que tiene como elemento asociado a la cabra.  Y los jurdanos pastorearon, desde la antigüedad más antigua, a tal clase de ganado.

La estricta ortodoxia de la Iglesia, con su característica visión alicorta y dogmática, suele tachar de supersticiones muchos de los poderes milagrosos que se atribuyen a San Antonio de Padua, como aquel de adivinar y localizar los ganados perdidos, o el de propiciar y allanar el camino de los noviazgos.  El imaginario popular jurdano nos presenta al santo acompañado siempre de un perrito blanco, sobre todo en sus caminatas nocturnas por las fragosas sierras de la comarca.  Sabido es que los animales albos siempre fueron considerados en el medio rural como embajadores de la buena suerte.

San Antonio Las Hurdes
“El Ofretiju” (Foto: José María Domínguez Moreno)

Festejo

Cierto es que, hasta hace un tiempo, eran muchos más los pueblos que festejaban en Las Hurdes a San Antonio.  Los documentos antiguos hablan, incluso de una ermita que tenía dedicada en el pueblo de Casares de Las Hurdes, de la que no quedan ni cimientos.  El pueblo de Azabal lo celebró con gran tronío: procesión solemne y vistoso ofertorio, donde los devotos ofrecían al santo algún borrego o chivo, productos de la matanza y quesos.  En la alquería de La Fragosa se mantuvo con cierta pujanza hasta hace escasos años.  Pero, actualmente, tan solo quedan dos aldeas que lo tienen como santo patrono:  Las Erías, en el concejo de Pinofranqueado, y Aceitunilla, en el concejo de Nuñomoral.

San Antonio Las Hurdes
Panorámica del pueblo de Aceitunilla (Foto: Panoramiro)

Tanto en una como en otra alquería, no pueden faltar los repiques de campanas, el canto de “Los Pajaritos de San Antonio” en la procesión, el recitado del “Rehponsoriu” y el “Ofretiju”.  Cuando se dan por terminados los oficios religiosos, la comunidad vecinal suele participar en un aperitivo costeado tras una colecta por las casas del caserío, que se ameniza con los sones de los tamborileros.  El Ayuntamiento del concejo también colabora pagando a alguna charanga o a algún conjunto verbenero.  Jornada muy propia para compadrear y comadrear, para renovar antiguas amistades, para echar una “pinta” de vino o un “canecu” de aguardiente en una y otra casa y a la que acuden amistades y vecinos de otros pueblos aledaños.  Después de un invierno tan seco y una primavera que solo lo viene siendo a medias, también con gran escasez de lluvias, los “galiciánuh” (así son motejados los habitantes de Aceitunilla) esperan que se cumpla el viejo refrán: “Po San Antoniu, nubrau, y po San Juan, enrasau”.  O lo que es lo mismo: que el tempero esté húmedo y fresco por San Antonio, que ya habrá tiempo de que el cielo esté despejado y caliente el sol a partir de San Juan, a inicios del verano.

Publicado: junio 2015

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