De Pilar Galán, amiga y autora de libros tan recomendables como Grandes superficies, Paraíso posible o Tecleo en vano -por mencionar solo los últimos- me ha gustado siempre su estilo vivo, directo, desenfadado, su envidiable facilidad para retratar la vida cotidiana capturando las pequeñas grandezas y miserias que componen nuestro día a día o reconstruyendo con destreza las conversaciones fútiles pero trascendentales que podemos escuchar en la barra de un bar, en la cola del supermercado o en un parque cualquiera, entre padres y madres que matan el rato mientras sus hijos se divierten frenéticamente entre columpios, toboganes y balancines. Pilar es una maestra del realismo real, si me permite la expresión, de un realismo muy pegado a lo que de verdad sucede, a lo que pasa, y lo practica con una prosa ágil y certera, a menudo irónica y teñida también, muchas veces, de suave melancolía y de crítica social. Todas estas cualidades, a las que habría que añadir una extraordinaria capacidad de concisión, demostrada en sus microrrelatos, hacían de ella, creo yo, una excelente candidata a columnista. Eso mismo tuvo que pensar Antonio Tinoco, anterior director de El Periódico Extremadura, y gracias a él, a la tenacidad de la escritora y a la confianza mantenida por el actual responsable, Miguel Ángel Muñoz, podemos disfrutar, desde hace la diez años, de “Jueves Sociales”, la columna semanal en la que cada jueves, como su propio nombre indica, Pilar Galán nos cuenta, en 1636 caracteres, su forma de ver la vida.
Haciendo cuentas rápidas, a razón de una columna semanal, en diez años Pilar debe de haber publicado más de quinientas, que no es poco. De todas ellas, la rama editorial de la entusiasta y meritoria Asociación Cultural Norbanova, de Cáceres, nos ofrece ahora en forma de libro una amplia selección -102 textos, si no me he equivocado en la cuenta-, respetando, para el conjunto, el título genérico de la columna, Jueves Sociales. El libro está organizado en tres secciones, “Gestos”, “Estado de perplejidad” y “Palabras de ida y vuelta”, dedicados, respectivamente, al retrato de costumbres y al paso del tiempo, a la actualidad y la crítica social y, por último, utilizando un epígrafe escolar nada ajeno a la realidad cotidiana de la autora, a lengua y literatura.
Respecto a las columnas de Pilar Galán, las que integran el libro y las que podemos seguir leyendo cada jueves en El Periódico Extremadura, puedo decir lo mismo que he señalado en el primer párrafo sobre la excelente forma de escribir de su autora, y lo único que puedo añadir es que su trabajo semanal de estos diez años ha venido a confirmar algo que ya podíamos intuir en sus cuentos, novelas y microrrelatos anteriores, que Pilar sabe mirar, que sabe dónde fijar la vista y que al hacerlo es capaz de descubrir, de desnudar, de desvelar, la sustancia del instante, de un instante preciso y determinado, algo que, a mi modo de ver, se hace especialmente presente en columnas como “Nueve menos cinco” y “Madres e hijas”, dedicadas, respectivamente, a sus hijos y a su madre, pero también en entregas como “Septiembre”, “Primer día” o “Primaveras”, en las que la autora es capaz de aprehender y aquilatar la nada desdeñable carga de esperanza que llevan oculta ciertos momentos preliminares de nuestras vidas.
Al margen de estas columnas de intensa calidad lírica, dedicadas muchas de ellas a la fugacidad del tiempo, los “Jueves sociales” de Pilar nos han venido regalando también apuradas semblanzas, retratos desternillantes, denuncias lingüísticas, críticas feroces de nuestras a menudo absurdas formas de vida, y de todo ello, para que no piensen que todo es lirismo y melancolía, hay buena muestra en esta generosa, adecuada selección publicada por Norbanova.
Siempre atenta a los usos y abusos del lenguaje, estoy seguro de que Pilar ya habrá detectado el exceso con que se viene utilizando últimamente el adjetivo “necesario”, frecuentemente yuxtapuesto al sustantivo “libro”: una novela necesaria, un ensayo necesario, un libro de poemas necesario. Como este tipo de excesos acaban por conducir, desde el acierto lingüístico, al vacío, a la absoluta falta de significación, no diré que Jueves sociales sea un libro necesario, y no lo diré, además, porque, en realidad, seguramente no lo sea, como seguramente no lo sea tampoco, en sentido estricto, ningún libro publicado nunca, pero sí les diré, para cerrar esta entrega mi particular columnilla personal, que seguramente no venga mal tener estos Jueves sociales a mano, para abrirlos por cualquier página, cualquier día, a cualquier hora, y disfrutar de la apurada, inteligente y a menudo divertida manera que tiene Pilar Galán de mirar y escribir el mundo.
Jueves sociales
Pilar Galán
Norbanova
13 euros