Que el abuelo Mayorga es uno de los emblemas de Plasencia más fotografiados lo sabe hasta el Tato, pero hay más. Como la casa del Manjuli y otra que está prácticamente enfrente, en la esquina de la plaza Mayor con la calle de los Quesos, y que es una de las más estrechas del país y que sorprende por su tamaño. Es habitual ver a los visitantes enfoncando la casa “de cuento” del bar Manjuli, obra del maestro de obras municipales Francisco Mirón, en la primera mitad del siglo XX al igual que la cercana plaza de abastos.
Lo que ningún visitante debería dejar de inmortalizar son además, las vistas de la ciudad desde lo alto de la Torre Lucía, donde se imagina uno paseando en la época medieval, ni las que se divisan desde el claustro del santuario de la Virgen del Puerto, donde se adivina el Valle del Jerte.
Imagen superior: la casa del Manjuli, en la plaza Mayor