Quizá lo más desasosegante -y, al mismo tiempo, más fascinador- del famoso Libro del desasosiego de Fernando Pessoa es que uno nunca acaba de leerlo del todo, pues, en realidad, es un libro que no existe. Como muchos sabrán, Fernando Pessoa no llegó nunca a publicar, ni siquiera a completar y dejar cerrada, una obra que llevase por título Libro del desasosiego. Lo que dejó, al morir, fue un baúl lleno de papeles escritos (se habla de 30.000 nada menos) entre los que se encuentran multitud de textos de un anunciado Libro del desasosiego que Pessoa llegó a planificar en diferentes esquemas, del que llegó a publicar algunos fragmentos sueltos y que llegó a atribuir, en ese juego de despersonalización y multiplicación simultánea que le ha hecho, en buena medida, famoso, a dos autores sucesivos, Vicente Guedes primero y Bernardo Soares después. A partir de ahí se han sucedido los intentos de organizar las piezas de ese puzle incompleto que es el Libro del desasosiego para ofrecer a los lectores una imagen lo más completa posible de lo que podría haber llegado a ser, pero cada crítico, cada responsable de las sucesivas ediciones, lo ha ido haciendo conforme a su buen entender, y el resultado es que hay tantos libros del desasosiego como ediciones y traducciones se han ido llevando a cabo, y eso hace que uno casi quiera tenerlas todas, no tanto con la esperanza de que alguna de ellas pueda resultar la definitiva -algo imposible- como de conocer, más o menos, todas las propuestas, todas las versiones, y armar un poco en su cabeza un puzle propio, una imagen personal e intransferible de lo que Fernando Pessoa quiso contarnos.
La primera versión que leí, cuando todavía creía que el Libro del desasosiego era un libro único y cerrado, fue la traducción que hizo Ángel Crespo para Seix Barral de la primera edición portuguesa, de 1982. No recuerdo mucho de aquella primera lectura, porque han pasado muchos años, tengo muy mala memoria y, además, el libro era de la biblioteca municipal, pero supongo que me fascinó lo suficiente como para que uno de los primeros libros que compré cuando empecé a estudiar portugués fuese, justamente, un Livro do Desassossego en versión original, obra difícil, oscura, poco aconsejable, desde luego, para quien comienza a aprender una lengua. Como entonces no tenía trabajo ni muchos ingresos me conformé con una impresión barata de la edición de António Quadros perpetrada por la editorial Europa-América en dos tomitos desiguales de papel infame, parecido al higiénico de aquellos tiempos en que aún no había suavidad, blancura o dobles capas, y con una letra apretadísima, que hicieron desasosegante, más aún que las esperadas dificultades lingüísticas, la relectura en portugués de los ya de por sí desasosegantes fragmentos de Fernando Pessoa. Como echaba de menos tener en mi biblioteca una edición decente del mítico libro, cuando tuve dinero acabé por comprarme la edición de Richard Zenith -autor, además, de una interesantísima y recomendable biografía del autor titulada Extraño extranjero- publicada por Assírio & Alvim, un libro grande y hermoso, como los que acostumbra a hacer la magnífica editorial portuguesa. Sin embargo, por grande y hermoso, permaneció demasiados meses cogiendo polvo en la mesilla, pues el propósito era irlo leyendo poco a poco, fragmento a fragmento, antes de dormir, pero el libro, tumbado, boca arriba, de lado o boca abajo, resultaba más bien poco manejable, y por eso la empresa no llegó a buen puerto.
Quizá todos esos antecedentes expliquen también porqué me gustó tanto, hace unas semanas, la edición de bolsillo publicada en portugués por la impecable editorial Tinta da China, tanto que no pude evitar volver a comprar el libro, inversión de la que no me he arrepentido. El volumen es flexible, manejable, con esquinas redondeadas, la tipografía, legible y elegante, el papel, delicado, y todo ello le confiere al libro un aspecto de breviario muy adecuado a su contenido. Por lo que respecta a ese contenido, recoge la edición, desprovista de aparato crítico, de Jerónimo Pizarro, un investigador colombiano que se dedicó, durante años, a comparar tipos de papel, colores de tintas, cintas de la máquina de escribir de los fragmentos originales, y que, gracias a ese análisis matérico y a un intenso estudio filológico, ha logrado dar a luz un Livro do Desassossego más o menos delgado, con algo menos de 500 textos, frente a los alrededor de 700 de las ediciones más voluminosas, en el que todos los fragmentos están fechados y ordenados de forma cronológica -frente a otras versiones en que las piezas se agrupaban por temas-, algo que probablemente Pessoa no habría hecho de haber llegado a organizar definitivamente el libro, pero que permite distinguir de forma nítida y rigurosa las dos fases, separadas por un intervalo de casi diez años, en las que el escritor se dedicó a escribirlo, una primera, entre 1913 y 1920, en la que el material se atribuía al supuesto Vicente Guedes, y una segunda, entre 1929 y 1934, en la que el autor sería el presunto auxiliar de contabilidad Bernardo Soares. Lo que se ofrece, así, al lector son, casi, dos libros del desasosiego distintos, el segundo mucho más coherente y compacto, mucho más definido en su intención, en el que más claramente puede uno seguir los pequeños avatares diarios y los profundos pensamientos nocturnos del inquilino y trabajador de la Rua dos Douradores, en el que más intensamente puede uno desasosegarse con su tedio, con su desazón, con su forma un poco extraterrestre de estar en el mundo, pero también emocionarse con la viveza con la que consigue retratar la vida que pasa, con la que es capaz de mostrarnos el Mundo, con mayúsculas, resumido en el pequeño marco de una ventana que se abre a una calle secundaria de Lisboa o en el ambiente ocre de sellos, tinta y papel de una monótona oficina mercantil.
Para terminar, si insisto tanto en esta última edición en portugués del Livro do Desassosego no es por presumir de mis lecturas lusas, sino porque, gracias al trabajo del poeta, ensayista, crítico y traductor extremeño Antonio Sáez y al enorme cuidado de la editorial valenciana Pre-textos, puede ser ya disfrutada en castellano. El libro tiene aún más aspecto de breviario que la versión de bolsillo de Tinta da China, con un papel más fino y una letra clara, quizá poco apta para presbícicos, pero que permite hacerlo más pequeño y manejable, más adecuado para ser llevado en el bolsillo y ser leído, releído, consultado o subrayado, cuando uno lo desee, cuando se sienta con ganas de asomarse al mundo con otros ojos, con otras gafas, o, quizá, cuando lo necesite, cuando necesite paliar su propio desasosiego, su propia inquietud, su propio desconcierto ante las cosas del mundo con la prosa de Pessoa.
Así que, dense prisa: si les interesa Pessoa y tienen buena vista, quizá todavía estén a tiempo de pedirle a los Reyes Magos esta pequeña joya. Les aseguro que será un magnífico regalo.
Livro do Desassossego
Fernando Pessoa
Tinta da China
Edición de bolsillo
17 euros
Libro del desasosiego
Fernando Pessoa
Traducción de Antonio Sáez
Editorial Pre-textos
27 euros