Volver a casa de los abuelos es una costumbre que practican muchos extremeños que residen fuera de la región, en fechas señaladas, como las Navidades, o también durante el verano, aprovechando el mes de agosto. El pueblo extremeño ha tenido siempre un carácter emigrante, cuando esta querida tierra nuestra se quedaba en el vagón de cola del desarrollo, y aunque los tiempos actuales son otros, lamentablemente son muchos los que residen fuera.
Regresar al pueblo, a la tierra, es siempre una alegría, aunque hace tres o cuatro décadas la vida moderna se resistía a llegar al mundo rural extremeño.
En la casa de los abuelos había que dormir en un jergón de paja o de esparto, y con un poco de suerte, podía ser de lana de oveja. Era menester orinar y hacer de vientre en la bacinilla y acicalarse en la palangana antes de remuarse y aviarse para empezar el día.
Aunque hayan cambiado muchas cosas, hay palabras, dichos, cantares, refranes y expresiones que siempre estarán ligadas al acervo extremeño y que deberían ser la herencia más preciada de padres a hijos, de abuelos a nietos.
Porque aquí, no nos engañemos, en invierno, cuando se formaban carámbanos en los charcos y uno estaba arrecío, especialmente en época navideña, había que hacerse hueco y calentarse alreor de la lumbre y siempre alguno se añurgaba con los polvorones. Tanto calor metía el brasero de picón que todos acabábamos coloraos como un behino y empezábamos a barruntar el dolor de cabeza.
En verano, los niños jugaban a meter los bolindres en un bujeru, en unas calles sembradas de cagalutas por donde pasaban las bestias día sí y día también. Los biroleros nos acribillaban a picotazos y los burgaños eran una decoración más del hogar. Los chicos ya no usan calzonas, pero siguen con la farragua por fuera y haciéndose piteras. Las mujeres siguen sentándose escarrapachás cada noche al sereno en busca de caraba.
Está claro que hemos ganado en comodidad y en bienestar, pero no podemos perder la tradición oral, el castúo, el dialecto extremeño que nos une como pueblo y como región. Son muchos los paisanos que utilizan este vocabulario con total normalidad aunque puede que ni tan siquiera sepan que son palabras muy nuestras, con identidad propia, que ni tan siquiera aparecen en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, y que por lo tanto, debemos seguir manteniendo.
Como diría mi abuela, hay que tener abeliá y ganas de seguir cuidando nuestra tradición, si no se perdió antaño, que no se haga hogaño. Que el tiempo no farate nuestro castúo y asina, sigamos diciendo jigo, jacha y jigüera.
*Vocabulario: jergón (colchón de paja), menester (necesario), hacer de vientre (cagar), bacinilla (orinal), acicalarse (limpiarse con esmero), palangana (palancana), remuarse (cambiarse de ropa), aviarse (vestirse), carámbanos (capa de hielo), arrecío (con mucho frío), alreor (alrededor), añurgaba (atragantaba), behino (persona ruborizada), barruntar (presentir), bolindres (canicas), bujeru (agujero), cagalutas (excremento del ganado), bestias (ganado), biroleros (mosquitos), burgaños (arañas), calzonas (pantalón corto), farragua (descuidado en el vestir), piteras (brecha en la cabeza), escarrapachás (abierta de piernas), caraba (compañía), abeliá (habilidad), antaño (años anteriores), hogaño (este año), farate (desbarate), asina (así), jigo (higo), jacha (hacha), jigüera (higuera).
Publicado: 19 diciembre 2014